Por
Quibian Gaytan
No
estamos acá para correr tras cada una de las mil distorsiones y falsificaciones
históricas a que se dedican los trotskystas, en aras de lavarle la cara a su
“maestro”, aunque para ello tengan que intentar enlodar la imagen y obra de
Lenin y los bolcheviques, centrando en esto sobre el camarada José Stalin, el
cuco de sus sueños.
Atacar
y enlodar a Stalin es y ha sido razón de ser para el movimiento trotskysta
internacional. Que algunos dirigentes del PC(b)US, representantes de la
burguesía en el seno del partido, han sido señalados como tales, acusados,
juzgados y condenados a residir en un gulag o algunos fusilamientos por actos
contrarrevolucionarios y colusión con potencias capitalistas. Es Stalin que se
deshace de la “vieja” guardia bolchevique; que, dictado por las circunstancias,
el peligro de formación de una amplísima coalición de potencias imperialistas
antisoviética y anticomunista, el Comité Central aprueba un Tratado de no
agresión con la Alemania nazi para alejar de la URSS verse involucrada en la
Segunda Guerra Imperialista. Es Stalin similar que Hitler, un ”totalitario”;
que la revolución proletaria fue derrotada en Alemania, que en China Chiang
Kai-shek ha dado un golpe de estado y masacrado al joven Partido Comunista de
China. Es Stalin, el “cosechador de derrotas” y traicionado a la revolución
mundial en aras de los intereses nacionales de la URSS; que Ramón Mercader ha
dado un pioletazo a Trotzky. Es Stalin lo ha mandado a matar. Y por ahí continúan
dando vueltas hasta provocar nauseas.
Al
asumir tal actitud, de tirar a un lado las distorsiones y mentiras, hacemos
nuestro el criterio stalinista de que “La calumnia hay que condenarla, y no ponerla a
discusión”.
Pero,
a ellos eso no le basta. Pretenden además, en su negra campaña
antimarxista-leninista, en general, y antistalinista en particular, encontrar
sustento teórico y político para su visceral anticomunismo pescar en las aguas
de la socialdemocracia de izquierda e internacionalista de aquellos años. En la
cual, tergiversando la vida política y las obras de figuras
marxistas-leninistas de la talla de Liebnecht y Rosa Luxemburgo, intentando
anteponerles, contraponerlos y, de paso, reducir a Lenin “el querido maestro” y
a Stalin el niño de sus golpes preferido.
Dice,
por ejemplo, un aprendiz de brujo trotskista “Rosa Luxemburgo era mejor
marxista que Stalin”. Sólo los ignorantes o pleitistas de mala fe pueden lanzar
una tal idiotez.
Pero,
la demanda queda planteada. Por lo que aquí cabe nos preguntemos ¿Quién fue
Rosa Luxemburgo?
En
las líneas que siguen no está en mi intención oscurecer o cuestionar el
compromiso para con los mejores intereses de la clase proletaria alemana,
europea y mundial de Rosa Luxemburgo, eso es inobjetable y estéril. Tampoco, el
negar la trayectoria revolucionaria de vanguardia cumplido por ella, que la
condujo de la socialdemocracia de izquierda, vía su internacionalismo, a
devenir marxista-leninista, discípula de Lenin y los bolcheviques rusos luego
de la gloriosa revolución de octubre de 1917.
¿Qué
joven revolucionario, buscando ser comunista marxista-leninista, no se ha
acercado al comunismo como teoría bebiendo de las magníficas obras de Rosa
Luxemburgo? Leyendo, por ejemplo, ¿Reforma
o Revolución? O Huelga de Masas,
Partido y Sindicatos. De esos títulos y otros han bebido generaciones
sucesivas de la vanguardia revolucionaria proletaria.
Reseñemos
brevemente. Rosa Luxemburgo ha nacido en Polonia en 1871. En el seno de una
familia judía acaudalada, padeciendo las presiones del ambiente reaccionario y
antisemita existente en dicho país. Lo que la llevó a participar en los Clubes
socialistas juveniles. Por lo que, tenía ya 18 años, hubo de emigrar primeo a
Suiza y luego a Alemania, dónde se casó para obtener la ciudadanía alemana y
militando en el Partido Obrero Socialdemocrático alemán. Desde allí militando
en la formación del movimiento socialista polaco, como parte de dicho
país era ocupado por Rusia zarista hubo de poner particular atención en las vicisitudes
y las luchas del joven Partido Obrero Socialdemócrata ruso (entonces denominado
así y que sólo luego de 1917 pasará a llamarse comunista (bolchevique).
Ella,
Rosa Luxemburgo, ha desempeñado por su calidad de ideóloga marxista de punta en
la Socialdemocracia alemana –dada la influencia ideológica de ésta última en
los teóricos y dirigentes del novel POSDRuso- un papel crucial, no neutral
evidentemente, en el enfrentamiento de líneas contrastantes apenas aparecidas y
que se han desenvuelto a todo lo largo de las dos primeras décadas del siglo
XX. Papel, por ella desempeñado en esas luchas internas, que le han llevado a
discrepar, confrontar y atacar duramente al en desarrollo líder de la
revolución socialdemocrática rusa, Vladimir Lenin.
Lucha
ideológica y política prolongada que ha abarcado una amplia gama temas de los
que han dependido los destinos de la revolución rusa y mundial.
DEBATE SOBRE EL PARTIDO
El
recién formado Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDRusia), 1898, es una amplia gama de círculos marxistas
dispersos en el vasto territorio del Imperio zarista, apenas con un mínimo de
articulación orgánica, sin unidad en la interpretación de la teoría que le
debía servir de base ideológica resulta, finalmente, una unidad en la diversidad.
En tales condiciones internas, de dispersión ideológica y de amorfismo
organizativo, resultaba talmente incapaz de cumplir sus grandes tareas
históricas, de liberación del yugo feudal zarista y de emancipación social
socialista del proletariado ruso.
Partido
que, luego de su II Congreso en 1903, se ha escindido en dos fracciones rivales
(Bolcheviques “mayoría” y Mencheviques “minoría”) y en fuerte lucha de líneas.
La que ha de involucrar casi directamente a la socialdemocracia alemana. Rosa
Luxemburgo ha de involucrarse directamente en esta lucha fraccional que divide
al POSDRusia. Ella se cuadrará, por su propia concepción sociologista del
partido y su visión espontaneísta de la lucha de clases, con los mencheviques.
Rompe
fuego contra Lenin en un artículo, que será publicado en los números 42 y
43/1904 de Neue Zeit (Revista teórica de la socialdemocracia alemana) y
dedicado a la crisis en el POSDRusia. En lanza acusaciones contra de un
supuesto “ultracentralismo”, de darle poderes omnímodos al centro (el Comité
Central, nm. Quibian Gaytan) en desmedro del partido y suplantación del papel
de las masas obreras. Aquí vemos ya esbozada la tristemente célebre “teoría del
sustituimos”, del aparato que reemplaza y domina al Partido.
Lo
que le ameritará una acerba y dura respuesta crítica por parte de Lenin. El
Gran Maestro del proletariado internacional escribe entonces su folleto “Un
paso adelante y dos atrás. Respuesta a Rosa Luxemburgo” (Obras Completas,
vol. 7, pág. 460) en la que le acusa de haber dado a conocer a los
lectores alemanes no su pensamiento “sino algo diferente”, en particular en
relación con el proyecto de Estatuto del partido elaborado e ilustrado con
precisión por Lenin. Haciendo notar que ella había escrito “exclusivamente
banalidades” que eran “ incompatible con el ABC de la dialéctica”. El
entonces director de la Neue Zeit, Karl Kautzky, entonces el gurú de la
ortodoxia marxista y rodado ulteriormente al centrismo, se negó a publicar la
respuesta de Lenin a R. Luxemburgo. Junto con Kautzky, en la primera
década del siglo XX, Rosa Luxemburgo como hemos podido ver se ha colocado de la
parte de los mencheviques contra los leninistas o bolcheviques, sobre
cuestiones de organización del partido.
Por
lo que vemos la Luxemburgo, tanto en lo ideológico como en lo político, ha
sostenido y teorizado siguiendo posiciones mencheviques y
semimencheviques. Por ejemplo, en 1912, nuevamente atacó a Lenin en
un artículo del 14 de septiembre en Worwarts (órgano central de la
socialdemocracia alemana) criticando al “izquierdista” Radek de
liquidacionismo, pero que al final termina uniéndose a las ideas de Mártov,
líder de los mencheviques liquidadores (véase Obras Completas, vol. 41, p.
316). Lenin llamó “presuntuosas” sus palabras.
Insistiendo
sobre la pasos esenciales de su compromiso político lo que la ha visto, ocupar
puestos en la Segunda Internacional, en agosto de 1912, Rosa Luxemburgo ha
participado en la “Conferencia de Tyszka’ que ha reunido a la escurridiza
Dirección General”” del Partido Socialdemócrata de Polonia, un partido que se
ha distinguido por su ataques contra el POSDRusia. Lenin ha descrito, cabe
apuntar, a la pseudo “Dirección General” <mezcolanza monótona y sin seguidores,
una notoria pieza de la política basura>, decididamente rechazada por los
propios trabajadores socialdemócratas en Polonia.
Incluso
el economicismo antimarxista fue una de las influencias sobre Rosa Luxemburgo.
Más de una vez ha “tocado” las posiciones políticas en sus últimos años, sobre
todo cercanas la llamada “revolución permanente”. Ya veis por qué los
trotskystas a Luxemburgo. Aún más la misma Rosa Luxemburgo, 03 de julio 1914,
ha propugnado por una alianza con Trotsky (y otros) en el marco de la ‘Lewica”,
la “izquierda” del PS polaco, partido pequeño burgués simpatizante del partido
nacionalista de los mencheviques.
DEBATE
SOBRE LA REVOLUCIÓN RUSA
Como
en 1905 ha estallado la revolución en Rusia, esto es la Primera Revolución
democrático burguesa, la cuestión de sus objetivos, tareas y dirección pasa a
ser motivo de graves e irreconciliables discrepancias entre leninistas
(bolcheviques) y anti-leninistas (los mencheviques). Lenin las resumirá así dos
estrategias y dos tácticas en la revolución democrática rusa. Los bolcheviques
han planteado como objetivo de la revolución el derrocamiento del
zarismo-feudal, mediante la insurrección armada, y su sustitución por la
República de dictadura democrática revolucionaria obrero-campesina, bajo la hegemonía
del proletariado; idea central suya era la alianza obrero-campesina; el
apartamiento y neutralización de la burguesía liberal-monárquica; asegurando
así la más amplia democratización del país como garantía de su conversión en
revolución socialista proletaria y establecimiento de la dictadura del
proletariado.
Por
su parte, los mencheviques hablando del derrocamiento revolucionario del
zarismo, le ponían un condicionante
paralizador la hegemonía de la burguesía liberal. Su razonamiento era
simplista: dado el carácter era democrático-burgués de la revolución, la
hegemonía debería ejercerla la burguesía y no el proletariado; rechazando la
idea de la alianza obrero-campesina se pronunciaban por la componenda con la
burguesía liberal-monárquica, y tildaban a la dictadura
democrático-revolucionaria del proletariado y de los campesinos de “esquema
reaccionario blanquista”. Lo que, según ellos, estaba en pugna con el
desarrollo de la revolución rusa.
¿Y
Rosa Luxemburgo? Ella, junto a Parvus, se inventó un esquema utópico,
izquierdista por su forma y semimenchevique por su contenido, dado su
compenetración con la tesis menchevique de la negación de la alianza
obrero-campesina, de la que se destilará en la fórmula “Sin zar, por un
gobierno obrero”. Es decir, la sustitución de la teoría leninista de la
revolución por etapas ininterrumpidas por la inmediatez de la revolución
socialista.
.
En
agosto de 1908, cuatro años después del enfrentamiento tenido con motivo del
enfrentamiento alrededor del menchevismo, Lenin la ha <rehabilitado>
citando un artículo suyo sobre el militarismo en el que defendía la causa de la
Revolución Rusa, considerando fuese un éxito que por fin se hubiesen puesto del
lado de los bolcheviques, Luxemburgo y otros elementos de la “izquierda” de la
socialdemocracia alemana. Pero esa “conquista”, no era ni podía ser
definitiva, ya que, como Lenin sabía, Luxemburgo estaba profundamente imbuida
del deseo de “volver” a ese marxismo superado, de hecho, para distorsionar sus
enseñanzas universales e inmortales.
Rosa
Luxemburgo que reconoce el papel dirigente del Partido de la clase obrera y de
la Dictadura del proletariado, altera en varias ocasiones las ideas de Marx y
Engels y Lenin en estos dos campos. Es de remarcar, aquí, que sus ataques
no lo realiza frontal y explícitamente. Fiel a su posición reconocida como
líder de la izquierda socialdemócrata, ella tuvo cuidado de no comprometerse
plenamente y, aunque su historia es toda una tensa relación política sobre la
guerra imperialista (1914-18) con Lenin y los bolcheviques. Su tendencia
pequeñoburguesa espontaneísta, de la que nunca se desprenderá, la llevará muy a
menudo deslizarse, acercándose o alejándose, continuamente de Lenin y de la
revolución bolchevique, hasta los últimos días de vida, con su participación en
la revolución en Alemania violentamente reprimida.
DEBATE
SOBRE LA CUESTIÓN NACIONAL
En
víspera de la guerra imperialista, mayo- agosto de 1914, una vez más levantan
armas contra los leninistas los mencheviques-liquidadores. Su punto de ataque
se centra en la exigencia de la eliminación del artículo 9 del Programa del
POSDR. Dicho artículo programático –“Derecho de autodeterminación nacional”,
inclusive a la separación política en una entidad estatal propia de las nacionalidades oprimidas por el Poder
Central zarista-, plasma la tarea política del proletariado revolucionario ruso
de buscar un aliado estratégico que le ayude a culminar la revolución
democrática exitosamente. Impedir eso y poner contra la pared al Partido es el
objetivo político de los oportunistas
antipartidistas.
Seguros
de su propia debilidad teórica, frente al problema nacional ruso, los
oportunistas liquidadores –representantes de la burguesía rusa, judía y
ucraniana- desesperan por encontrar un
“ideólogo” que sepa invalidar la posición oficial del Partido. Buscan y
buscando encuentran un autor de renombre y un artículo suyo intitulado Nacionalidad y autonomía, escrito en
1908.
La
cuestión nacional, ciertamente, ha sido un tema central en la actividad teórica
y práctica de Rosa Luxemburgo. Como líder de un partido de trabajadores en
Polonia, un país dividido entre tres imperios -Rusia, Alemania y Austria- debía
tomar, necesariamente, una posición con respecto a la cuestión nacional. Demandar
la “exclusividad a la autonomía para Polonia” y, en particular la eliminación
dicha cláusula programática de los socialdemócratas revolucionarios rusos, esto
es los bolcheviques y Lenin. Rosa adhirió a esta posición, arriesgando
enfrentar a Lenin sobre esta cuestión.
Ella
para establecer la línea de su posición apuntará que la situación de Europa en
general y la de Rusia en particular había cambiado tanto a finales del siglo
XIX, que invalidado la posición de Marx y de Engels con respecto a los
movimientos nacionales en Europa. Apunta, según un reseñador suyo, “en Europa
Occidental y Central, el período de las revoluciones democrático-burguesas ha
terminado”. De ahí concluye que bajo el
capitalismo la consigna de “independencia nacional” no tenía valor progresivo,
y bajo el socialismo no habría lugar para la consigna “independencia nacional”,
ya que la opresión nacional habría dejado de existir, y la unidad internacional
de la humanidad sería un hecho. En consecuencia, la clase trabajadora no
necesitaba luchar por la autodeterminación nacional de Polonia y tal lucha era,
de hecho, reaccionaria. Las consignas nacionales de la clase trabajadora debían
limitarse a la demanda de autonomía nacional en la vida cultural.
De
la que extraerá la demanda de que dicho
“artículo 9 del programa ruso” deberá ser eliminado. Para fundamentar eso
utilizará una sarta de palabras fuertes (Lenin la calificará de “cúmulo de
palabrejas”) “cliché”, “frase metafísica”, de ser “el más puro lugar común”,
etcetc.
En
respuesta y fundamentación teórica de la posición oficial del Partido, respecto
a lo correcto de la demanda del derecho de autodeterminación nacional, Lenin
escribirá Sobre el derecho de
autodeterminación nacional (1914). Obra en que dejará sentada los fundamentos
de la teoría marxista-leninista de la cuestión nacional. En dicha obra Lenin
calificará esa posición y dicho artículo de Rosa Luxemburgo, apuntando
prístinamente, de ser producto de un “pensamiento metafísico”, abstracto; de no
saber o querer atenerse al método marxista “dialéctico”, de analizar las cosas
sobre la base “económico-histórico” concreta.
Era
pues la posición no meramente idealista teóricamente, sino semimenchevique
políticamente. Posición que caracteriza no solamente al ala de derecha
dominante en la Segunda Internacional, sino que a los socialdemócratas de
izquierda. Los que han de desarrollar una teoría conciliadora acerca del
imperialismo, de rechazo del derecho de autodeterminación nacional en su
concepción marxista y leninista (extender y entender dicho derecho hasta la
separación y a la formación de Estados nacionales e independientes, aceptar el
principio estratégico de la necesaria alianza del proletariado de los países
avanzados, imperialistas, con los movimientos de liberación de las naciones
oprimidas y de las colonias, en fin de los medios para luchar contra el
imperialismo, de los medios para derrocar al imperialismo.
En
eso, los socialdemócratas de izquierda (Rosa Luxemburgo, Kautzky, Trotzky) en
seguimiento de dichas pautas marcadas por la derecha, se deslizaban al
centrismo y a la conciliación con el oportunismo en estas importantes
cuestiones. Oponiéndose a la posición de Lenin y los bolcheviques, los
centristas, Rosa Luxemburgo a la cabeza, al rechazar reconocer el derecho de
autodeterminación nacional y todo el esquema marxista de los bolcheviques
entrababan y saboteaban toda realización
de un frente único entre la lucha del proletariado revolucionario y el
movimiento de liberación nacional de las colonias y semicolonias de África, América Latina y Asia; con ello
comprometían el futuro de la revolución socialista proletaria y la condenaban a
la derrota.
DEBATE SOBRE EL IMPERIALISMO, LA GUERRA
IMPERIALISTA Y SU CONVERSIÓN EN GUERRA CIVIL
En
marzo de 1913, en una carta al editor del Sozial-Demokrat en el que lamenta la
detención de Stalin por la policía zarista, Lenin ha declarado: “He leído el
nuevo libro de Rosa Akkumulation des
Kapitals Dice “imposibles, ha tergiversado a Marx”.
Durante
los años de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) hay mucha discusión en el
movimiento obrero internacional sobre “actitud en relación a dicho conflicto”.
Lo correcto de la teoría del imperialismo y de la guerra imperialista
establecida por Lenin, sobre la guerra civil por el socialismo, en respuesta a
la guerra imperialista, se vieron confirmadas por los acontecimientos y es en
esta etapa que el Partido Bolchevique de Lenin y Stalin conduce a la victoria
del proletariado con el triunfo de la Revolución de Octubre de 1917.
¿Y
la Luxemburgo? Vuelve a apoyar, de palabras, a los bolcheviques. No obstante, escribe,
con el seudónimo de “Junius”, el folleto “La Crisis de la Socialdemocracia”
(redactado en la primavera de 1915 y publicado a principios de 1916), el que
contiene las “Tesis sobre las tareas de la socialdemocracia internacional”, en
la que también se expresaban entre otros socialdemócratas alemanes de
izquierda, tales como Clara Zetkin, Mehring, Thalheimer , Duncker, Ströbel y
muchos otros. En él una vez más, por lo tanto, ella vuelve a atacar a
Lenin y sus teorías de las tareas del proletariado revolucionario desde el
momento de la apertura de la crisis revolucionaria general aperturada por la
guerra imperialista, hasta el punto de que el padre de octubre se vio obligado
a responder por escrito en octubre 1916 con su “Sobre
el folleto de Junius” (Obras Completas, vol. 22,. p 304).
Aunque
escrito “con gran intensidad” y “capaz de ejercer” una importante influencia en
la lucha contra el antiguo partido socialdemócrata alemán “que se ha pasado al
campo de la burguesía”, advierte Lenin, “los razonamientos de Junius son muy
incompletos y contienen, dos errores fundamentales”. Ya que “para los marxistas,
la autocrítica es esencial” y “las opiniones que han de servir de base
ideológica para la III Internacional debe ser examinada desde todos los
aspectos posibles” Lenin demuele puntillosamente con profundos argumentos
científicos los principales defectos de lo que ha escrito Junius,
comenzando con el “rechazo erróneo de todas las guerras nacionales” porque
supuestamente habían sido superadas por la guerra imperialista
mundial. Afirmando que la Luxemburgo ha anulado “el principio fundamental
de la dialéctica marxista”, según el cual “todos los límites, en la naturaleza
y en la sociedad, son relativos y móviles, que no es un fenómeno único que no
puede, en ciertas circunstancias, no convertirse en su contrario. Puede
convertirse una guerra imperialista en guerra civil y viceversa”. Incluso en el
tema de la “defensa de la patria” Junius-Luxemburgo desarrolla un razonamiento
defectuoso, hasta el punto que Lenin ha determinado con que esas tesis
“fortalece nuestra creencia de que nuestro partido ha puesto este problema de
la manera correcta: en esta guerra imperialista, en consideración de la
posibilidad y necesidad de la guerra civil por el socialismo y para tratar de
transformarla en una guerra civil por el socialismo, el proletariado está en contra
de la defensa de la patria ».
Y lapidariamente apunta, “la debilidad de t o d o s los izquierdistas alemanes”
(esto es, de Rosa Luxemburgo y su grupo Spartacus. N.d.Q. G.) “envueltos
desde todas partes por la abominable red de la hipocresía kautskiana, de
la pedantería kautskiana, de la ‘benevolencia’ kautskiana
hacia los oportunistas” y concluye: “Junius
no se ha liberado por entero del ‘medio ambiente’ de los socialdemócratas
alemanes, incluso de izquierda, que
temen la escisión, que temen la proclamación franca de las consignas
revolucionarias “
DEBATE SOBRE EL REVISIONISMO
SOCIALDEMOCRÁTICO
Otro
debate se ha dado entre Lenin y Luxemburgo, no obstante el padre del Octubre
ruso ha tenido palabras positivas de aliento para Rosa Luxemburgo,
especialmente cuando eso era necesario para la lucha contra los oportunistas de
derecha y el confrontar el deslizamiento al centrismo de Kautzky y otros. Rosa
Luxemburgo ha salido a la palestra, dotada ella de un amplio dominio del
marxismo, de la lucha contra el revisionismo que ha infeccionado, dominado y
desbordado los marcos de la socialdemocracia alemana luego de la muerte de Marx
y de Engels.
Pero,
en la cual una vez más han aflorado las vacilaciones e inconsecuencias de la
Luxemburgo. Ella se ha negado a romper con los centristas y propiciado la
unidad de los marxistas internacionalistas con el ala derecha, aunque
denunciando su pudrición ideológica y política, el peligro que representaban
para el proletariado alemán y europeo, hasta que ella misma no fuese radiada
del partido socialdemócrata alemán; igualmente cuando, contrariando el parecer
y la recomendaciones políticas dadas por Lenin, ha mantenido lazos unitarios
entre la naciente Liga Espartaquista, integrada por los socialdemócratas de
izquierda de la que era parte, con los oportunistas centristas kautzkyanos.
En
un discurso, tras el brutal asesinato de Luxemburgo (y Karl Liebknecht,
con ella uno de los fundadores de la “Liga Espartaco” en Alemania y luego del
Partido Comunista, que fueron asesinados por agentes del gobierno” reformista”
alemán en Berlín la noche entre el 15 y 16 de enero 1919, en el transcurso de
su conducción a la cárcel después de su detención), Lenin dijo lo siguiente: “El
ejemplo de la revolución alemana nos convence de que ‘la democracia’ es sólo
una tapadera del robo burguesa y la violencia más feroz.”
Estas
palabras pueden ser vistas como una respuesta, póstuma, a Rosa Luxemburgo que
intentó varias veces por teorizar una democracia con las antiguas clases
derrocadas, e incluso la no violencia, en nombre de la lucha contra el
militarismo y el pacifismo en última instancia, retroceso, in-útil en
comparación con la cuestión de la conquista del poder político por el
proletariado y la instauración de la Dictadura del proletariado en todo el
período histórico de la construcción socialista.
DEBATE SOBRE EL PAPEL DE LA DICTADURA DEL PROLETARIADO
Rosa
Luxemburgo, luego del triunfo de la gran revolución bolchevique de octubre de
1917 y, más aún, de su salida de prisión, ha reconocido la importancia
histórica de los acontecimientos trascendentales ocurridos en la ex-Rusia
zarista. Declarado su apoyo a la revolución socialista de octubre, del valor
internacional del camino de octubre e inevitabilidad y justeza del
establecimiento de la Dictadura del Proletariado
No
obstante, de su justa toma de posición ante la Revolución bolchevique, ella no
ha podido liberarse integralmente del lastre negativo del centrismo, del parlamentarismo
y de su tradicional respeto a la legalidad formal. Reconociendo lo justo de la
tesis marxista de la necesidad de la Dictadura del proletariado, ella ha
criticado y rechazado la práctica,
dictada por la necesidad de la lucha violenta ante resistencia de la
contrarrevolución armada.
Ella,
Luxemburgo, se refugiado en la formalidad “socialista” de mencheviques y
socialistas revolucionarios, pidiendo el restablecimiento de sus derechos
políticos y la conformación de un “gobierno de unidad socialista”, y más allá
en la supuesta democraticidad de la burguesía republicana rusa, cuando en los
hechos estos bichos desde un inicio se han convertido en parte activa y
dirigente de la guerra civil contrarrevolucionaria y antisocialista.
Olvidando ella, los bolcheviques desde un inicio, inclusive mucho antes
de la toma
del poder, se han dirigido a dichos partidos, menchevique y
socialrevolucionario, a tomar lo conjuntamente y por el “camino pacífico de la
revolución”; posteriormente, luego de la toma del poder, los bolcheviques han
vuelto a solicitarles hiciesen parte del Gobierno Revolucionario salido de la
insurrección victoriosa. Recibiendo una vez más la negación por respuesta. En
esas condiciones, la negación reiterada a la coparticipación en el poder proletario
y, finalmente, su pasaje abierto a la contrarrevolución amada, hubo de formarse
por necesidad y no por inevitabilidad un Gobierno homogéneo bolchevique, bajo
la dirección única del Partido Comunista de Rusia (bolchevique).
Aquí, también, frente a unos acontecimientos económicos e históricos que
no alcanzó a comprender integralmente, Rosa Luxemburgo, guardando fidelidad
formal al representante del marxismo revolucionario Vladimir Lenin, se ha
equivocado y comprometido así su justa toma de posición inicial.
VALORIZACIÓN
DE ROSA LUXEMBURGO POR LENIN
Rosa
Luxemburgo se equivocó respecto de la independencia de Polonia; se equivocó en
1903 en su análisis del menchevismo; se equivocó en la teoría de la acumulación
de capital; se equivocó en junio de 1914 cuando, junto con Plejanov,
Vandervelde, Kautsky y otros abogó por la unidad de bolcheviques y
mencheviques; se equivocó en lo que escribió en prisión en 1918 (corrigió la
mayoría de estos errores a fines de 1918 y comienzos de 1919 cuando salió en
libertad). Pero, a pesar de sus errores fue -y para nosotros sigue siendo- un
águila. Y no sólo los comunistas de todo el mundo venerarán su memoria, sino
que su biografía y sus obras completas
serán manuales útiles para la educación de muchas generaciones de
comunistas de todo el mundo. “Desde el 4 de agosto de 1914 la socialdemocracia
alemana es un cadáver putrefacto”: esa frase hará famoso el nombre de Rosa
Luxemburgo en la historia del movimiento obrero. Y desde luego, en el patio de
atrás del movimiento obrero, entre los montones de estiércol, las gallinas tipo
Paul Levi, Scheidemann y Kautsky cacarean en torno a los errores de la gran
comunista. Cada uno hace lo que puede”.
Como
podéis ver, Lenin valorando la altas dotes marxistas-leninistas y de
revolucionaria proletaria que la adornaban, no ha dejado de resaltar los
repetidos y graves errores cometidos por Rosa Luxemburgo.
En
la lucha sin cuartel contra la derecha mayoritaria del partido socialdemócrata
alemán que ha llevado al partido otrora destacamento revolucionario de
combate de la clase obrera a echarse en brazo de la burguesía imperialista
alemana y en devenir en destacamento de lucha contra la revolución proletaria,
y a la ruina, Lenin no h tenido otro camino que destacar en todos los sentidos
y alentar dialécticamente a la minoría de “izquierda”, aún con sus vacilaciones
antimarxistas-leninistas. Hacer eso fue justo, Lenin bien supo separar la
cizaña del buen pasto.
Su
fiel discípulo e íntimo camarada de armas, José Stalin continuando con la
justas opiniones de Lenin, respecto a Rosa Luxemburgo ha apuntado en su
artículo “Acerca de algunos problemas de la historia del bolchevismo”, de 1931,
escrito en respuesta a otro salido de la pluma del semitrotzkysta Slutski, en
la que éste último atacaba al Partido, que los bolcheviques rusos han
enfatizado las serias dudas, inclusive cuando han tenido que soportar a la
izquierda socialdemocrática alemana entre cuyos líderes se ha distinguido Rosa
Luxemburgo, de hecho embaucadores anti-leninistas y anti bolcheviques.
Ahora,
mis queridos trotskystas del patio y de más allá podéis retorceros a placer
cuanto queráis. Lo escrito está escrito. De nada os vale que sigáis cacareado y
armando ruido, aunque sea a nombre de la camarada Rosa Luxemburgo, por las
cuatro esquinas del planeta.
4
de septiembre de 2013
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