El 7 de julio próximo pasado, del
corriente, el presidente Vladimir Vladimirovich Putin –padrecito de toda la Rusia
la pequeña- ha estampado su firma a la nueva ley antiterrorista, aprobada por
la VI Duma el pasado 24 de junio. Pasada
bajo el marbete de su presentadora como “paquete Jarova”, la misma recoge toda
una serie de medidas restrictivas de las libertades democráticas, los derechos
ciudadanos y la figura toda nueva, inclusive para la legislación rusa
tradicional –desde la restauración del capitalismo a partir de Nikita Krushov y
sus inmediatos continuadores hasta Mevdediev- la penalización por no chivatear actividades
terroristas, actividades pro-insurrección armada y tak dalia (así en adelante).
So penas de largos años de prisión hasta
de por vida. A todas luces una legislación fascista y terrorista, violatoria
inclusive del Derecho Internacional respecto el deber de los ciudadanos de
defender, en cualquier forma, la
violación de sus libertades políticas, sociales y nacionales. Principalmente a
quién está más interesada en la vigencia y ampliación de la democracia y comprometida, de siempre, en
la salvaguardia de su sagrado derecho a la rebelión, a la revolución: la clase
obrera rusa.
De ahí que “detrás de la lucha contra la amenaza terrorista”,
se oculta la espada de Damocles sobre las cabezas de los que serán calificados
de enemigos del sistema capitalista
imperialista instaurado, reos desde ya de incitación al odio (odio de clase, se
entiende) o a la hostilidad entre los grupos sociales (es decir, la lucha de clases).
De otra forma dicha, dictadura naziista, de marchamo putiniano, del capital
monopolista de estado ruso que se blinda, así, contra la revolución proletaria,
contra una cualquier veleidad en el cercano futuro de propiciar una Segunda edición de la
revolución socialista soviética.
Nuestro Maestro el camarada Stalin les ha enseñado cómo han de hacerla... ¡y lo harán!
Todo fascista, como el hijo ideologico de Yeltsin, acabara sometido a la justicia proletaria. Los que acabaron con la URSS desde el XX Congreso, y en especial los que comezaron el desvalijo sin medida ni limite, como Yeltsin, Putin y Medvedev, tarde o temprano acabaran, como dices, probando la vara de Lenin, Stalin y Mao.
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