LAS TAREAS DEL PARTIDO
COMUNISTA
DE CHINA EN EL PERIODO DE LA
RESISTENCIA AL JAPON
DE CHINA EN EL PERIODO DE LA
RESISTENCIA AL JAPON
3 de mayo de 1937
(Extracto)
Del Informe del camarada Mao Tse-tung ante la
Conferencia Nacional del Partido Comunista de China celebrada en Yenán en mayo
de 1937.
LA ACTUAL ETAPA DE DESARROLLO DE LAS
CONTRADICCIONES EXTERNAS E
INTERNAS DE CHINA
1. Debido a que la contradicción
entre China y el Japón ha pasado a ser la principal y a que las contradicciones
internas de China han quedado relegadas a un plano secundario y subordinado, en
las relaciones de China con el exterior y en las relaciones de clase dentro del
país se han producido cambios, que inauguran una nueva etapa de desarrollo de
la situación actual.
2. Hace mucho que China vive dos contradicciones
agudas y fundamentales: la contradicción entre ella y el imperialismo y la
contradicción entre el feudalismo y las grandes masas populares. En 1927, la
burguesía, representada por el Kuomintang, traicionó a la revolución y vendió
los intereses nacionales al imperialismo, creando así una situación
caracterizada por un agudo antagonismo entre el Poder obrero-campesino y el
Poder kuomintanista y por el hecho de que el Partido Comunista de China tuvo
que asumir él solo la tarea de llevar adelante la revolución nacional y
democrática.
3. Desde el
Incidente del 18 de Septiembre de 1931, y especialmente a partir de los
acontecimientos del Norte de China en 1935, esas contradicciones han experimentado
los siguientes cambios:
b) La contradicción
entre China y el Japón ha conducido a la modificación de las relaciones de
clase en el país y ha planteado ante la burguesía e incluso ante los caudillos
militares la cuestión de su propia supervivencia, de manera que en su seno y
dentro de sus partidos se ha iniciado un proceso de cambio gradual de actitud
política. Esto plantea al Partido Comunista de China y al pueblo chino la tarea
de formar un frente único nacional antijaponés. Nuestro frente único incluirá a
la burguesía y a todos aquellos que estén en favor de la defensa de la patria,
y encarnará la unidad nacional contra el enemigo extranjero. Esta tarea debe y
puede ser cumplida.
c) La contradicción
entre China y el Japón ha hecho cambiar la situación en que se encontraban las
grandes masas populares de todo el país (el proletariado, el campesinado y la
pequeña burguesía urbana) y ha originado modificaciones en la política del
Partido Comunista. La lucha del pueblo por la salvación nacional ha cobrado
mayor amplitud. El Partido Comunista ha desarrollado la política que adoptó
después del Incidente del 18 de Septiembre, consistente en concluir acuerdos,
bajo tres condiciones (cesar los ataques contra las bases de apoyo revolucionarias,
garantizar las libertades y derechos del pueblo y armar al pueblo), con los
sectores del Kuomintang que estuvieran dispuestos a cooperar con nosotros para
resistir al Japón, y la ha transformado en la política de frente único antijaponés de toda
la nación. De esto se han derivado, entre otras, las siguientes medidas de
nuestro Partido: en 1935, la declaración de agosto y la resolución de
diciembre: en mayo de 1936, el abandono de la consigna de "¡Abajo Chiang Kai-shek!"; en agosto, la carta dirigida al
Kuomintang; en septiembre, la resolución sobre la república democrática; en
diciembre, la insistencia en un arreglo pacífico del
Incidente de Sían, y, en febrero de 1937, el telegrama dirigido a la III Sesión
Plenaria del Comité Ejecutivo Central del Kuomintang.
d) La contradicción entre China y el
Japón también ha producido cambios en lo que se refiere a los regímenes
instaurados por los caudillos militares chinos y a las guerras intestinas entre
ellos, fenómenos engendrados por la política imperialista de esferas de
influencia y por las condiciones económicas semicoloniales de China. El
imperialismo japonés estimula tales regímenes y guerras intestinas, con el
propósito de facilitar su dominación exclusiva sobre China. Algunas otras
potencias imperialistas, en aras de sus propios intereses, favorecen
temporalmente la unidad y la paz de China. Por su parte, el Partido Comunista
de China y el pueblo chino se esfuerzan al máximo para poner fin a las guerras
civiles y a las divisiones y conseguir la paz y la unidad.
e) Con su desarrollo, la
contradicción nacional entre China y el Japón ha superado en peso político
relativo a las contradicciones entre las clases y entre los grupos políticos
dentro del país, relegándolas a un plano secundario y subordinado. Pero estas
contradicciones continúan existiendo, y en modo alguno han disminuido o
desaparecido; lo mismo ocurre con las contradicciones entre China y las
potencias imperialistas excepto el Japón. En consecuencia, se plantea al
Partido Comunista de China y al pueblo chino la siguiente tarea: efectuar, de
acuerdo con la tarea general de unidad para resistir al Japón, los ajustes
apropiados respecto a las contradicciones internas y externas que hoy puedan y
deban ser ajustadas. De ahí la política del Partido Comunista de China, que
exige paz y unidad internas, democracia, mejores condiciones de vida para el
pueblo y negociaciones con los países que se opongan al Japón.
4. La primera etapa del nuevo período
de la revolución china, iniciada el 9 de diciembre de 1935, terminó en febrero
de 1937, cuando el Comité Ejecutivo Central del Kuomintang celebró su III
Sesión Plenaria. Durante esa etapa, los acontecimientos más importantes fueron:
el movimiento por la salvación nacional en los medios estudiantiles, culturales
y periodísticos; la entrada del Ejército Rojo en el Noroeste; la labor de
propaganda y de organización efectuada por el Partido Comunista en
relación a su política de frente único nacional antijaponés; las huelgas
antijaponesas en Shanghai y Chingtao; la tendencia de Inglaterra a seguir
una política relativamente dura con respecto al Japón; el
Incidente de Kuangtung-Kuangsí; la resistencia de Suiyuán y el movimiento en su
apoyo; la actitud relativamente firme de Nankín en las
negociaciones chino-japonesas; el Incidente de Sían y,
finalmente, la III Sesión Plenaria del Comité Ejecutivo Central del Kuomintang,
celebrada en Nankín. Todos estos acontecimientos gravitaron alrededor de la
contradicción fundamental, el antagonismo entre China y el Japón, y,
directamente, en torno a la necesidad histórica de establecer un frente único
nacional antijaponés. La tarea fundamental de la revolución en esa etapa
consistía en luchar por la paz en el país, poner término a los conflictos
armados internos, con el fin de lograr la unidad para resistir conjuntamente al
Japón. En esa etapa, el Partido Comunista lanzó el llamamiento: "¡Poner
fin a la guerra civil y unirse para resistir al Japón!", llamamiento que
se ha hecho realidad en lo fundamental, creándose así la primera condición para
la efectiva formación de un frente único nacional antijaponés.
5. Debido a la presencia del grupo
projaponés en sus filas, el Kuomintang no introdujo ningún cambio nítido y
radical en su política ni solucionó concretamente ningún problema en la III
Sesión Plenaria de su Comité Ejecutivo Central. Pero, gracias a la presión del
pueblo y a los cambios ocurridos en su propio interior, el Kuomintang se vio
constreñido a comenzar a modificar su errónea política de los últimos diez años,
es decir, su política de guerra civil, de dictadura y de no resistencia al
Japón, para orientarse hacia la paz, la democracia y la resistencia al Japón, y
a comenzar a aceptar la política de frente único nacional antijaponés. Este
cambio inicial se manifestó en la III Sesión Plenaria del Comité Ejecutivo
Central del Kuomintang. De ahora en adelante, debe exigirse al Kuomintang un
cambio completo de su política. Para ello, nosotros y todo el pueblo tenemos
que desarrollar aún más ampliamente el movimiento por la resistencia al Japón y
la democracia; criticar, espolear y presionar aún más al Kuomintang; unirnos
con sus militantes que se pronuncien por la paz, la democracia y la resistencia
al Japón; hacer avanzar a sus elementos vacilantes e indecisos y descartar a
los elementos projaponeses.
6. Actualmente vivimos la segunda
etapa del nuevo período. Tanto la anterior corno la presente son etapas de
transición hacia la resistencia armada en escala nacional contra el Japón. Si
la tarea de la etapa anterior consistía principalmente en luchar por la paz, la
de la presente es, ante todo, luchar por la democracia. Hay que comprender que
así como sin la paz interna no es posible establecer un auténtico y sólido
frente único nacional antijaponés, tampoco es posible hacerlo sin la democracia
dentro del país. Por eso, en la actual etapa de desarrollo, la lucha por la
democracia constituye el eslabón central en la cadena de las tareas de la
revolución. Si no vemos con claridad la importancia de la lucha por la
democracia y si debilitamos nuestros esfuerzos en esta lucha, no lograremos
establecer un auténtico y sólido frente único nacional antijaponés.
7. El imperialismo
japonés está intensificando sus preparativos para invadir la parte de China
situada al Sur de la Gran Muralla. De concierto con los intensos preparativos
de Hitler y Mussolini para una guerra de rapiña en Occidente, el Japón, en Oriente,
está concentrando todos sus esfuerzos en la preparación, conforme a un plan
bien definido, de condiciones que le permitan acabar con China de un solo
golpe: está creando condiciones militares, políticas, económicas e ideológicas
en su propio país y condiciones diplomáticas en el plano internacional, y
sustentando a las fuerzas projaponesas en China. Su propaganda acerca de
"colaboración chino-japonesa" y la suavización de ciertas medidas
diplomáticas obedecen precisamente a las necesidades tácticas de su política de
agresión en vísperas de la guerra. China se aproxima ahora a un momento crítico
en que ha de decidir su subsistencia o extinción, y debemos apresurar al máximo
los preparativos para resistir al Japón y salvar a la nación. De ningún modo
estamos en contra de los preparativos; a lo que nos oponemos es a la teoría de
la preparación prolongada, así como a la indolencia y vida frívola de los
funcionarios civiles y militares, de funestas consecuencias para la nación.
Todas estas cosas, de hecho, ayudan al enemigo y hay que terminar con ellas lo
antes posible.
8. Los preparativos
para la defensa nacional en los terrenos político, militar, económico y
educacional son condiciones necesarias para resistir al Japón y salvar a la
nación, y ninguno de ellos puede ser postergado ni por un solo instante. Pero
la clave para la victoria de la guerra de resistencia es la conquista de la
democracia y la libertad en el terreno político. La guerra de resistencia
requiere la paz y la unidad en todo el país, pero sin democracia y libertad, es
imposible consolidar la paz ya conquistada ni fortalecer la unidad interna. La
guerra de resistencia requiere la movilización del pueblo, pero sin democracia
y libertad no hay manera de movilizarlo. A menos que se consoliden la paz y la
unidad y se movilice al pueblo, nuestra guerra de resistencia correrá la misma
suerte que la de Abisinia. Este país fue vencido principalmente porque su
régimen feudal era incapaz de lograr una sólida unidad interna y despertar la
iniciativa del pueblo. Sin democracia será imposible forjar en China un
auténtico y sólido frente único nacional antijaponés ni cumplir sus tareas.
9. China debe
iniciar inmediatamente reformas democráticas en dos aspectos. Primero, en lo
referente al sistema político, hay que sustituir la dictadura reaccionaria
kuomintanista de un solo partido y una sola clase por un régimen democrático
basado en la cooperación de diferentes partidos y clases. A este respecto, debe
comenzarse por cambiar los procedimientos antidemocráticos para las elecciones
a la asamblea nacional y su convocatoria, celebrar elecciones democráticas y
asegurar a esta asamblea libertad en sus reuniones; y luego elaborar una
constitución verdaderamente democrática, convocar un parlamento verdaderamente
democrático, elegir un gobierno verdaderamente democrático y aplicar una
política verdaderamente democrática. Sólo así se podrá consolidar efectivamente
la paz interna, poner fin a los conflictos armados en el país y reforzar la
unidad interior, de manera que toda la nación resista unida al enemigo
extranjero. Puede ocurrir que el imperialismo japonés nos ataque antes de que
hayamos dado cima a estas reformas. Por eso, con el fin de estar en condiciones
de resistir en cualquier momento los ataques del Japón y vencerlo
completamente, debemos proceder sin dilación a las reformas y prepararnos para
cumplirlas plenamente en el curso de la guerra de resistencia. Todo el pueblo
chino y los patriotas dentro de los diferentes partidos deben abandonar su
indiferencia respecto a la cuestión de una asamblea nacional y de una
constitución, y concentrar concretamente sus esfuerzos en el movimiento en pro
de una asamblea nacional y una constitución, movimiento que es importante para
la defensa nacional; deben criticar con severidad al Kuomintang, el partido en
el Poder, impulsarla y presionarlo para que renuncie a su dictadura de un solo
partido y una sola clase y actúe de acuerdo con las opiniones del pueblo. En
los meses restantes de este año, es preciso promover en todo el país un vasto
movimiento democrático, cuyo objetivo inmediato debe ser una asamblea nacional
y una constitución completamente democráticas. Segundo: el problema de las
libertades de expresión, de reunión y de asociación para el pueblo. Sin tales
libertades, será imposible poner en práctica las reformas democráticas en el
sistema político, movilizar al pueblo para que participe en la guerra de
resistencia y obtener la victoria en la defensa de la patria y en la
reconquista del territorio perdido. En los próximos meses, el movimiento
democrático de todo el pueblo debe esforzarse por lograr siquiera un mínimo de
las mencionadas libertades, entre otras cosas, la liberación de los presos
políticos y el levantamiento de la prohibición de los partidos políticos. La
reforma democrática del sistema político y las libertades y derechos para el
pueblo constituyen parte importante del programa del frente único nacional
antijaponés; son al mismo tiempo condiciones indispensables para el
establecimiento de un auténtico y sólido frente único nacional antijaponés.
10. Nuestros
enemigos -- los imperialistas japoneses, los colaboracionistas chinos, los
elementos projaponeses y los trotskistas -- vienen haciendo todo cuanto pueden
para torpedear cada paso que se da en favor de la paz y la unidad, la
democracia y la libertad en China y la resistencia al Japón. En el pasado,
cuando nos esforzábamos por la paz y la unidad, ellos hacían todo lo posible
para fomentar la guerra civil y la división. En el presente y en el futuro
próximo, cuando dedicamos nuestros esfuerzos a la lucha por la democracia y la
libertad, no dejarán de llevar adelante su labor de zapa. Su objetivo general
es impedir que cumplamos con éxito nuestra tarea de resistencia armada en
defensa de la patria, y realizar su plan agresivo de acabar con China. En lo
sucesivo, en nuestra lucha por la democracia y la libertad debemos no sólo
esforzarnos en la labor de propaganda, agitación y crítica respecto a los
elementos recalcitrantes del Kuomintang y a los elementos atrasados dentro del
pueblo, sino también desenmascarar al máximo y combatir resueltamente las
intrigas de los imperialistas japoneses, así como de los elementos projaponeses
y de los trotskistas, que les sirven de lacayos en su agresión contra China.
11. En interés de
la paz interna, la democracia y la guerra de resistencia, y con miras a
establecer el frente único nacional antijaponés, el Partido Comunista de China,
en su telegrama dirigido a la III Sesión Plenaria del Comité Ejecutivo Central
del Kuomintang, contrajo los siguientes cuatro compromisos:
12) Cambiar el
nombre del Gobierno de la base de apoyo revolucionaria de Shensí-Kansú-Ningsia,
que dirige el Partido Comunista de China, por el de Gobierno de la Región
Especial de la República de China, y cambiar el nombre del Ejército Rojo
haciéndolo formar parte del Ejército Revolucionario Nacional, de modo que dicho
Gobierno y dicho Ejército queden dentro de la jurisdicción del Gobierno Central
de Nankín y de su Consejo Militar, respectivamente;
2) Aplicar un cabal
sistema democrático en el territorio administrado por el Gobierno de la Región
Especial;
3) Suspender la
política de derribar al Kuomintang por la fuerza de las armas, y
4) Suspender la
confiscación de las tierras de los terratenientes.
Estos compromisos son
tan necesarios como permisibles. Sólo así será posible cambiar la situación
caracterizada por el antagonismo entre los dos Poderes dentro del país y
alcanzar la unidad para la acción común contra el enemigo, en consonancia con
los cambios operados en el peso político relativo de las contradicciones
externas e internas del país. Estas son concesiones permitidas por los
principios y sujetas a determinadas condiciones, concesiones hechas a cambio de
lo que necesita toda la nación: la paz interna, la democracia y la guerra de
resistencia. Sin embargo, esas concesiones tienen límites. Preservar la
dirección del Partido Comunista sobre la Región Especial y sobre el Ejército
Rojo y mantener la independencia y la libertad de crítica del Partido en sus
relaciones con el Kuomintang -- tales son los límites, que no se permite
traspasar. A ambas partes corresponde hacer concesiones: el Kuomintang renuncia
a su política de guerra civil, dictadura y no resistencia al enemigo exterior,
y el Partido Comunista, a su política seguida bajo el antagonismo entre los dos
Poderes. A1 precio de nuestras concesiones obtenemos las del Kuomintang, y
reanudarnos la cooperación con él para luchar por la salvación nacional. Calificar esto de
capitulación del Partido Comunista no sería sino "A-Q-ism" o una pérfida calumnia.
12. ¿Está de
acuerdo el Partido Comunista con los Tres Principios del Pueblo? Respondemos
que sí. (…) En la actualidad, cuando la nación se debate en una gravísima crisis
y el Kuomintang ya no puede seguir gobernando tal como antes, todo el pueblo
chino y los elementos patriotas dentro del Kuomintang exigen (…) revivir el
espíritu de los Tres Principios del Pueblo, reanudar entre los dos partidos la
cooperación basada, en lo externo, sobre el Principio del Nacionalismo o lucha
por la independencia y la liberación nacionales y, en lo interno, sobre el
Principio de la Democracia o conquista de la democracia y la libertad, y el
Principio de la Vida del Pueblo o fomento del bienestar del pueblo, y conducir
al pueblo a que lleve resueltamente a la práctica estos Principios. Es preciso
que esto lo comprenda claramente cada uno de los miembros de nuestro Partido. Los
comunistas jamás renunciarán a su ideal de socialismo y comunismo; pasando por
la etapa de la revolución democrático-burguesa, alcanzarán la etapa del
socialismo y la del comunismo. El Partido Comunista de China tiene su propio
programa político y económico. Su programa máximo es el socialismo y el
comunismo(…). Incluso su programa para el período de la revolución democrática
es más radical que el de ningún otro partido de China. Pero el programa del
Partido Comunista para la revolución democrática no está reñido, en lo
fundamental, con el de los Tres Principios del Pueblo, proclamado por el I
Congreso Nacional del Kuomintang. Por lo tanto, lejos de rechazar los Tres
Principios del Pueblo, estamos dispuestos a realizarlos con decisión; más aún,
exigimos al Kuomintang que los ponga en ejecución junto con nosotros y llamamos
a todo el pueblo a llevarlos a la práctica. Sostenemos que el Partido
Comunista, el Kuomintang y el pueblo de todo el país deben unirse en una lucha
común por tres grandes objetivos: la independencia nacional, la democracia y la
libertad, y el bienestar del pueblo.
3. ¿Era errónea nuestra anterior
consigna de república democrática de obreros y campesinos? No, no lo era.
Puesto que la burguesía, y sobre todo la gran burguesía, se retiró de la
revolución, se entregó al imperialismo y a las fuerzas feudales y se convirtió
en enemiga del pueblo, quedaron como fuerza motriz de la revolución únicamente
el proletariado, el campesinado y la pequeña burguesía urbana, y como partido
revolucionario, sólo el Partido Comunista; la responsabilidad de organizar la
revolución recayó por fuerza sobre los hombros del Partido Comunista, el único
partido revolucionario del país. Solamente el Partido Comunista continuó
manteniendo en alto la bandera de la revolución, conservó las tradiciones
revolucionarias, lanzó la consigna de república democrática de obreros y
campesinos y, para hacerla realidad, sostuvo una lucha ardua durante muchos
años. Esta consigna no iba en contra de la tarea de la revolución democrático-burguesa,
sino que, al contrario, significaba cumplirla resueltamente. En ninguno de sus
aspectos, la política que seguíamos en nuestra lucha práctica discrepaba de
esta tarea. Nuestra política, que preveía, entre otras cosas, la confiscación
de las tierras de los terratenientes y la implantación de la jornada de ocho
horas, de ninguna manera traspasaba los marcos de la propiedad privada
capitalista y en modo alguno significaba llevar a la práctica el socialismo.
¿Cuál será la composición de la nueva república democrática? La integrarán el
proletariado, el campesinado, la pequeña burguesía urbana, la burguesía y todos
los individuos que en el país estén en favor de la revolución nacional y
democrática; ella será una alianza de estas clases en la revolución nacional y
democrática. El rasgo distintivo aquí es la inclusión de la burguesía; esto
obedece a que, en las circunstancias actuales, cabe la posibilidad de que la
burguesía coopere nuevamente con nosotros y participe en la resistencia al
Japón; por lo tanto, el partido del proletariado no debe rechazarla, sino
acogerla y reanudar la alianza con ella para la lucha común, a fin de favorecer
el avance de la revolución china. Con miras a poner término a los conflictos
armados internos, el Partido Comunista está dispuesto a suspender su política
de confiscación violenta de las tierras de los terratenientes y a solucionar el
problema de la tierra por la vía legislativa y por otros medios apropiados en
el curso de la construcción de la nueva república democrática. El primer
problema por resolver es si la tierra de China será de los japoneses o de los
chinos. Puesto que la solución del problema de la tierra para los campesinos
tiene como premisa la defensa de China, es absolutamente necesario pasar de la
confiscación violenta a métodos nuevos y apropiados.
Así como en el pasado fue correcto lanzar
la consigna de república democrática de obreros y campesinos, también ahora es
correcto renunciar a ella.
14. A fin de crear un frente único
nacional para luchar juntos contra el enemigo, es menester resolver en forma
apropiada ciertas contradicciones internas con arreglo al principio de que la
solución debe contribuir al fortalecimiento y ampliación del frente único
nacional antijaponés y no a debilitarlo ni reducirlo. En la etapa de la
revolución democrática, son inevitables las contradicciones y luchas entre las
clases, los partidos y los grupos políticos del país, pero es posible y
necesario poner término a las luchas desfavorables para la unidad y la
resistencia al Japón (la guerra civil, la hostilidad entre los partidos, el
separatismo provincial, la opresión política y económica feudal, por un lado,
y, por el otro, la política insurreccional y las reivindicaciones económicas
excesivas que perjudiquen la resistencia al Japón, etc.) y continuar las luchas
beneficiosas para la unidad y la resistencia al Japón (por la libertad de
crítica, por la independencia de los partidos y por el mejoramiento de las
condiciones políticas y económicas del pueblo, etc.).
15. De acuerdo con la tarea general
de la lucha por un frente único nacional antijaponés y por una república
democrática unificada, las tareas del Ejército Rojo y de la base de apoyo
antijaponesa son las siguientes:
1) Para adaptarse a las
circunstancias de la guerra de resistencia contra el Japón, el Ejército Rojo
debe reorganizarse inmediatamente como unidades del Ejército Revolucionario
Nacional, y debe elevar aún más el nivel de su preparación militar, política y
cultural con el objeto de llegar a ser un ejército modelo en esta guerra.
2) Nuestra base de apoyo debe
convertirse en una parte integrante del Estado en su conjunto, aplicar un
sistema democrático correspondiente a las nuevas condiciones, reorganizar sus
fuerzas de preservación del orden y eliminar a los colaboracionistas y
saboteadores, y así llegar a ser una región modelo en la resistencia al Japón y
en el ejercicio de la democracia.
3) En esta región, hay que llevar
adelante la construcción económica indispensable y mejorar las condiciones de
vida del pueblo.
NUESTRA RESPONSABILIDAD DE DIRIGIR
16. La burguesía
china, que en determinadas circunstancias históricas puede participar en la
lucha contra el imperialismo y el feudalismo, vacila y claudica en otras debido
a su debilidad económica y política. Esta es una ley ya confirmada en la
historia de China. De tal manera, por veredicto de la historia, la tarea de la
revolución democrático-burguesa antiimperialista y antifeudal no puede cumplirse
bajo la dirección de la burguesía sino únicamente bajo la del proletariado.
Además, sólo poniendo en pleno juego dentro de la revolución democrática la
perseverancia y la consecuencia del proletariado, se podrá superar la
vacilación y la inconsecuencia inherentes a la burguesía y prevenir el aborto
de la revolución. ¿Debe el proletariado seguir a la burguesía, o ésta al
proletariado? Este problema, el de a quién atañe la responsabilidad de dirigir
la revolución china, es la clave de la cual depende el triunfo o fracaso de
ésta. La experiencia de los años 1924-1927 muestra cómo la revolución avanzaba
cuando la burguesía seguía la dirección política del proletariado, y cómo
fracasó cuando, en lo político, el
proletariado se convirtió en cola de la burguesía, de lo cual fue responsable
el Partido Comunista. No debemos tolerar que se repita este hecho de la
historia. En las actuales circunstancias, sin la dirección política del
proletariado y su partido no será posible establecer el frente único nacional
antijaponés, ni alcanzar los objetivos de paz interna, democracia y resistencia
armada, ni defender a la patria, ni fundar una república democrática unificada.
Hoy, la burguesía, representada por el Kuomintang, aún se muestra muy pasiva y
conservadora, y prueba de ello es su prolongada vacilación en aceptar el frente
único nacional antijaponés, propuesto por el Partido Comunista. Por eso es… un
deber inalienable y una responsabilidad ineludible del Partido Comunista asumir
las funciones de estado mayor general en la guerra de resistencia contra el
Japón para salvar a la nación.
17. ¿Cómo ejerce el proletariado, a
través de su partido, la dirección política sobre todas las demás clases
revolucionarias del país? En primer lugar, plantea consignas políticas
fundamentales que correspondan al curso del desarrollo histórico, y, para
convertirlas en realidad, lanza consignas de acción para cada etapa de
desarrollo, así como para cada acontecimiento importante. Hemos formulado, por
ejemplo, consignas fundamentales como la de "Frente único nacional
antijaponés" y la de "República democrática unificada", y hemos
formulando también las consignas de "Poner fin a la guerra civil",
"Luchar por la democracia" y "Resistir al Japón", como
objetivos concretos para la acción común de toda la nación. Sin objetivos
concretos como éstos, no puede haber dirección política. En segundo lugar,
cuando todo el país entra en acción en pos de estos objetivos, el proletariado
y en especial su vanguardia, el Partido Comunista, deben dar el ejemplo en la
realización de dichos objetivos mostrando su ilimitado entusiasmo y devoción.
En la lucha por el cumplimiento de todas las tareas del frente único nacional
antijaponés y de la república democrática, los comunistas deben ser los más
perspicaces, los más dispuestos a sacrificarse, los más firmes y los más
capaces de apreciar las situaciones sin ideas preconcebidas; y deben apoyarse
en la mayoría de las masas y conquistar su apoyo. En tercer lugar, ciñéndose al
principio de no renunciar jamás a los objetivos políticos que se ha fijado, el
Partido Comunista debe establecer relaciones apropiadas con sus aliados, y
desarrollar y consolidar su alianza con ellos. En cuarto lugar, el Partido
Comunista debe engrosar sus filas y mantener su unidad ideológica y su rigurosa
disciplina. El Partido Comunista ejerce su dirección política sobre todo el
pueblo precisamente por medio del cumplimiento de todas estas condiciones.
18. Una vez lograda la paz interna y
establecida la cooperación entre los dos partidos, deben introducirse
modificaciones en las formas de lucha, de organización y de trabajo que en el
pasado adoptamos guiándonos por la línea seguida bajo el antagonismo entre los
dos Poderes. Esos cambios consisten principalmente en pasar de las formas
militares a las pacíficas, y de las formas ilegales a las legales… Dar a los
cuadros una nueva formación constituirá un eslabón clave.
19. Muchos camaradas han preguntado
por la naturaleza de la república democrática y su porvenir. Nuestra respuesta
es la siguiente: en cuanto a su naturaleza de clase, se trata de una alianza de
todas las clases revolucionarias, y respecto a su porvenir, puede ser que
avance hacia el socialismo. Nuestra república democrática será establecida en
el curso del cumplimiento de las tareas de la resistencia armada nacional, bajo
la dirección del proletariado y en la nueva situación internacional (…). Por lo
tanto, aunque social y económicamente no pasará de ser un Estado de carácter
democrático-burgués, en términos políticos concretos, tendrá que ser un Estado
basado en la alianza de la clase obrera, el campesinado, la pequeña burguesía y
la burguesía, y en esto se distinguirá de las repúblicas burguesas en general.
20. Luchar contra la actitud de
"puertas cerradas" y el aventurerismo y, al mismo tiempo, contra el
seguidismo, es un requisito indispensable para llevar a efecto las tareas del
Partido. En el movimiento de masas, nuestro Partido ha tenido tradicionalmente
la tendencia a una grave actitud de "puertas cerradas", a un sectarismo
altivo y al aventurerismo. Esta es una perniciosa tendencia que dificulta la
labor del Partido de forjar el frente único nacional antijaponés y de ganarse a
la mayoría de las masas. Es absolutamente necesario eliminar esta tendencia en
cada uno de los sectores concretos de nuestro trabajo. Lo que debemos hacer es
apoyarnos en la mayoría y tener en cuenta la situación de conjunto. No
toleraremos que renazca el seguidismo de Chen Tu-siu, reflejo del reformismo
burgués en las filas del proletariado. Rebajar la posición de clase del
Partido, desdibujar su fisonomía y sacrificar los intereses de los obreros y
campesinos a las necesidades del reformismo burgués, conduce indefectiblemente
la revolución a la derrota. Lo que debernos hacer es aplicar una firme política
revolucionaria y luchar por la victoria total de la revolución
democrático-burguesa. A fin de superar las perniciosas tendencias a que nos
hemos referido arriba, es absolutamente imprescindible elevar el nivel teórico
marxista-leninista de todo el Partido, porque el marxismo-leninismo es la única
brújula que puede guiar la revolución china hacia la victoria.
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