jueves, 26 de junio de 2014

Colaboración: Un Balance de las elecciones del 4 de mayo de 2014



Gatopardismo y gobernabilidad


“Si queremos que todo siga como
está, es necesario que todo cambie”.
Giuseppe Tomasi Di Lampedusa

Estas elecciones habilitaron el sistema de partidos y la alternancia en el poder entre la élite política nacional. A contracorriente, hay indicadores que demuestran el declive de estos. Por un lado la candidatura independiente [1] de Juan Jované y por otro la inscripción de un partido de izquierda, el FAD, ya extinto. También hay una tendencia que viene arrastrando una baja considerable de votantes con respecto a los ciudadanos habilitados para votar. Es por ello que se puede destacar que solamente 724,440 electores decidieron el rumbo del país. Esto es lo que conocemos como democracia [2].

Gatopardismo

A la falta de propuestas alternativas reales-alcanzables en la arena política, hemos cambiado para quedar en lo mismo. Estas elecciones estuvieron llenas de contradicciones [3] a lo interno de la élite política nacional. Para muchos estaba en juego la “institucionalidad democrática”, debido a la excesiva concentración de poder del saliente presidente Ricardo Martinelli.

El triunfo de Varela continua con la costumbre electoral de la alternancia en el poder, y no buscar una alternativa real, esta práctica que se ha convertido entre nosotros, la forma de frenar el continuismo y cederle el poder a la oposición, esto se ve reflejado desde 1990 cuando se celebraron las primeras elecciones generales “libres”, de la mano del consenso de la embajada de Estados Unidos en Panamá.

Con un 76,77% de participación, donde Varela salió ganador con un 39,7%, lindante al segundo lugar, José Domingo Arias con un 31,40%, y en tercer lugar Juan Carlos Navarro con un 28,16%, muestran las deficiencias de las encuestadoras [4], no la encuesta como herramienta científica de medición de percepción.

Si tomamos en consideración los inscritos en los partidos, que conforman las alianzas. Por ejemplo La Alianza Fuerza de lo Nuevo entre MOLIRENA y CD; 570, 779. La Alianza El Pueblo Primera; Panameñismo y PP; 215,657. El PRD; 455,887. Y el FAD con 51,314, que queda eliminado [5]. Podemos ver claramentente que la sociedad panameña elige a su gusto sin necesariamente responder a un partido. Sin menoscabar la mística de cada partido y los niveles de organicidad de cada cual.

El actual presidente no obtuvo la mayoría en la asamblea, lo que le dificultará su gestión de gobierno, la composición de la asamblea está dividida y no le favorece. La Alianza por más Cambios cuenta con 32 diputados, 3 Molirena y 28 CD, convirtiéndose en mayoría. La Alianza el Pueblo Primero con 1 diputados, 1 PP y 12 del Panameñismo. Y, el PRD con 25 diputados. Más una independiente, Ana Matilde Gómez. Sin lugar a duda para poder gobernar, Varela tendrá que hacer lobbys entre los partidos para lograr gobernabilidad. Por tal razón al momento de dar su primer discurso, el mismo 4 de mayo en el hotel Sheraton, Varela señaló que gobernaría sin banderas políticas partidistas, sino con la bandera de Panamá, e invitó a un gobierno de unidad, lo que brevemente acogió en CEN del PRD.

Otra cuestión que se desprende de estos resultados es que hay un contrapeso de fuerzas políticas, que hará de este quinquenio un escenario interesante para negociaciones y alianzas tácticas entre las bancadas de los distintos partidos, signada por intereses ajenos a la colectividad. Por un lado si los diputados del PRD apoyan la agenda de Gobierno serán mayoría, y si se abstienen o hay diferencias a lo interno, Cambio Democrático llevará el control del hemiciclo legislativo, es por ello que para frenar una posible alianza panameñismo-PRD ya se han adelantado reuniones a puertas cerradas entre Martinelli, (único autorizado para hablar con otros partidos), y miembros del PRD.

Lo que queda en evidencia, es que los locos empiezan a ser menos, cuestión que se refleja con la derrota de Arias, pero a pesar de todo, del aparato gubernamental de estos cinco años surgió una fuerza política y un nuevo capital que responde a intereses muy particulares, y que serán fieles a las decisiones que se tomen desde el partido Cambio Democrático ahora en oposición. La disputa por el poder apenas comienza.

Gobernabilidad de la élite política nacional

A pocos días que Juan Carlos Varela [6] tome el poder el tema de la gobernabilidad se convierte central en este quinquenio.

Esta –en el sentido de la relación del que gobierna con el gobernado– es un tema neurálgico para las reflexiones políticas desde el siglo XVI.

Michel Foucault, en sus lecciones de 1978 en el Colegio de Francia, prefirió utilizar “gubernamentalidad” para referirse a cuestiones específicas y concretas a la hora de gobernar, tales como el conjunto de instituciones que permiten ejercer el poder sobre la población, mediante la dominación del saber y los dispositivos de seguridad.

En esencia, mientras más efectivas sean las entidades que permitan ese control, mejores serán las posibilidades de mantenerse en el poder para las élites políticas que gobiernan y los dispositivos de seguridad.

El concepto data de finales de la década de 1980. Para gran parte de Latinoamérica, durante ese periodo la gobernabilidad significó el pacto social entre la sociedad civil y los partidos políticos que los representaban [7].

Marcos Roitman, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, sostiene que “un proyecto de gobernabilidad eficiente queda subsumido en una retórica de futuro en la cual se llama a eliminar las resistencias y los obstáculos que impiden la natural marcha del progreso de la historia”.

Para que esto funcione es necesario un gobierno democrático. La gobernabilidad sin espacio para la participación ciudadana quedaría sometida a la dominación del gobierno.

Esta condición, al menos estos últimos 25 años, no ha ido más allá de los pactos, reformas y alternancias en el poder entre la élite política nacional, con medianas reivindicaciones que no han sido duraderas ni han permitido mejores condiciones, teniendo en cuenta nuestra particularidad como país.

En términos generales, la tarea del nuevo gobierno de Panamá será lograr una interacción real con la sociedad civil y los movimientos sociales, a favor de una comprensión mutua tanto en el discurso como en la acción.

La derrota del FAD

Con la fulminante derrota que sufrió el Frente Amplio por la Democracia que no llegó ni al 1% hubo un declive en la izquierda y el movimiento social. Un indicador de lo que pasaría en las elecciones generales fueron las primarias, que solo contaron con la participación de 5,199 adherentes que representó el 8% de su membrecía. Esto era la crónica de una muerte anunciada.

Entre las principales críticas [8] y problemas que podemos enumerar, salen a relucir los factores endógenos que llevaron al FAD a la derrota, es por ellos que se debe centrar la atención en el hecho fundamental de este fracaso, a saber la confusión de roles [9] y el vanguardismo obrero, que provocó la subordinación de todas las estructuras del movimiento social, a las decisiones que se tomaron en la estructura orgánica o puesto de mando del FAD.

En el proceso electoral ya con el FAD inscrito se dio una cooptación de dirigentes de izquierda que gracias a la estructura partidista se les facilitó la logística electoral para poder postularse y garantizar una plataforma operativa, a pesar de alguna que otra diferencia, esta fue la lógica por la cual unos dirigentes se pasaron de apoyar a Juan Jované, a postularse por el FAD como candidatos a puesto de elección popular.

Debido a que se consumaron todas las fuerzas en el partido, se fue desmantelando poco a poco toda la estructura social (incluyendo al frente estudiantil) que fue acumulada por años de lucha en Frenadeso. El vanguardismo obrero que garantizó el control hegemónico, y la exclusión de otros sectores de la izquierda como el caso de Jované y el Partido del Pueblo con los cuales no llegaron a acuerdos, incluso hasta con militantes de sus propias filas, fueron la receta perfecta para dejar vulnerable a la izquierda y todo el movimiento social.

Los comités populares que son entre tantas, una de las tareas fundamentales de un partido con las características del FAD, de la clase trabajadora, que se confundió con la clase obrera y que estos personificaban la lucha social que reivindicaría las demandas de toda la clase trabajadora/popular, fueron puestos en un segundo plano, para ser suplantados por discusiones coyunturales de cómo ganar las elecciones.

Una lección que deja esta derrota, es que un sindicato no puede ser un partido con un proyecto político amplio democrático y que no se pueden confundir los roles en lo heterogéneo que resulta ser el esfuerzo de inscribir un partido que busque reivindicaciones económicas, sociales y culturales como norte de una ciudadanía emancipada.

¿Qué le queda al FAD? La alternativa que le queda al FAD es volver a tratar de levantar el trabajo político que en muchos años lograron en FRENADESO, y que abandonaron con el instrumento electoral – es decir el FAD– esto explica la razón de ser, del último comunicado de FRENADESO, del 21 de junio de 2014 titulado: “Nos esperan cinco años más de lo mismo”.

Notas
[1] “El surgimiento de candidatos independientes o ciudadanos sin partidos puede considerarse como un debilitamiento de la democracia representativa” Reynoso, D. (2010). “Estudio comparado sobre la libre postulación y las candidaturas independientes en América Latina”, pp. 317-355. En Harry Brown. (ed.). Las reformas electorales en Panamá: claves de desarrollo humano para la toma de decisiones. Panamá: PNUD-Tribunal Electoral de Panamá.
[2] “En los estados modernos, la democracia no es realmente representativa ni participativa de la voluntad popular, sino de las clases privadas propietaria. Según sean las fases del desarrollo histórico del capitalismo, este ente en su expresión política se perfecciona, implicando en igual medida, las capacidades administrativas y gobernativas de la burocracia”. Carlos Chuez. (2011). Problemas Contemporáneos del Marxismo. Panamá: Imprenta de la Universidad de Panamá.
[3] Podemos mencionar los que describe Marcos Roitman Rosemann en la Jornada, después de pasar en Panamá una semana justo antes de las elecciones: “la campaña electoral fue sucia hasta extremos obscenos y nada democrática. Publicidad agresiva e insultos hasta la descalificación personal, unidos a una sicología del miedo que guiaba la intencionalidad de voto hacia la sempiterna utilidad del mismo”. Roitman, M. (2014, mayo 11). “¿Hacia dónde se dirige Panamá?”. La Jornada. 
[4] Hay una percepción generalizada de que las encuestas fueron un fracaso. Eso es falso en la medida que la encuesta se deben considerar como una “investigación realizada sobre una muestra de sujetos representativa de una población más amplia, que se lleva a cabo en el contexto de la vida cotidiana, utilizando procedimientos estandarizados de interrogación, con el fin de obtener de mediciones cuantitativas de una gran variedad de características objetivas de la población” según Manuel García Forrento. No una bola de cristal que nos dirá que nos depara el destino en materia electoral, que es lo que han vendido las encuestadoras, aparte de crear tendencias en el electorado. 
[5] El FAD “perdió el financiamiento post electoral que es exclusivamente para aquellos partidos que hayan logrado subsistir. El porcentaje mínimo de subsistencia para un partido es el 4% de la votación valida en cualquiera de las elecciones en las que participe… el financiamiento se destina principalmente al funcionamiento cotidiano de los partidos políticos, gastos de funcionamiento, y a las actividades de capacitación y fortalecimiento organizacional”. Rotsay Rosales Valladares. (2010). “Financiamiento de los partidos políticos y las campañas electorales en Panamá” ”, pp. 217-273. En Harry Brown. (ed.). 
[6] Que pertenece a la élite política nacional de estos últimos 25 años de democracia representativa.
[7] Los que quedaron excluidos de esta forma de organización política de la sociedad empezaron a formar parte de lo que el sociólogo estadounidense Immanuel Wallerstein llamó movimientos antisistémicos. 
[8] Por ej. Paco Gomes Nadal hizo énfasis en el hegemonismo del FAD-Frenadeso sobre las demás fuerzas sociales y, su debilidad como “aglutinador de las nuevas tendencias contemporáneas”. Marco Quintanar, señaló “el problema de los mandos medios y la fluctuación de las líneas políticas” e “incongruencias discursivas”. José Ángel Garrido habló de la “derecha disfrazada del FAD”. Y, Olmedo Beluche recalca la falta de unidad en la izquierda como una de las principales deficiencias.
[9] La interacción del partido o instrumento electoral con los demás sectores o fuerzas políticas/sociales. 

martes, 3 de junio de 2014

PC(ML)P: Exije la inmediata convocatoria a elecciones para Constituyente



 

DEMANDAMOS LA
INMEDIATA CONVOCATORIA A ELECCIONES PARA UNA ASAMBLEA CONSTITUYENTE CON PLENO PÓDERES


Desde hace 25 años, como consecuencia de la criminal e ilegítima invasión armada del imperialismo estadounidense la que, en sus efectos traumáticos tiene en su haber la agravación de la prolongada crisis política, por ende sin salida aparente para la burguesía burocrático-compradora, las clases dominantes en Panamá se esfuerzan desesperadamente por sacar a flote su Estado hecho pedazos. Acontecimiento que, desde hace dos décadas y media, la empuja a la búsqueda de reconstituirlo, ponerlo en pie y llevarlo adelante mediante una serie de reformas a su orden constitucional, reajustes institucionales y  recomposición de la unidad política en el seno de las clases gobernantes, combinando así y así las alianzas de los grandes partidos políticos tradicionales.
Todos sus proyectos de solución abierta y franca a tal crisis política han sido infructuosos. Por lo que se ha visto forzada a realizarlos tras bambalinas y a espaldas de la clase obrera, del campesinado y grandes masas de las nacionalidades originarias. Defenestrada la dictadura militar, colocada al frente del gobierno títere, por juramentada y puesta al frente del régimen por las mismas autoridades militares yanquis ocupacionistas, a instancias del mismo, se ha propuesto reorganizarlo mediante una IIda  Gran Reforma del Sistema de Estado y del Sistema de Gobierno, ocultado tales designios tras anodinas frases almibaradas: que si “democracia nuestra en construcción”, “modernización” y/o “refundación” del Estado.  Fraseología engañosa y huera tendente a engatusar a la población.
Pero está proyectada IIda. Gran Reforma del Estado y de la República oligárquica, en un sentido presidencialista, corporatista y neofascista porta en sí misma su negación por cuanto ella niega realmente la soberanía popular y porque recorta aún más las ya menguadas libertades políticas y los derechos sociales de las clases trabajadoras del país. En fin, que esta reforma del sistema de poder oligárquico sin un auténtico, real y revolucionario cambio del mismo está ya viciado de partida, condenado a conducir al fracaso. Por su contenido, forma y método de implementación, dirección y objetivos de esta IIda Gran  Reforma del sistema estatal y del sistema de gobierno, una verdadera contrarreforma reaccionaria, antidemocrática y tendente a consolidar el monopolio uniclasista del poder en beneficio de un puñado de ricachos y superricos, viciando en sí mismo y por ello cualquier sentido progresista de la misma, pues no  da poder alguno al pueblo. Refuerza, en cambio, la dictadura clasista del gran capital y oculta cual taparrabo al verdadero amo colonial del país, el imperialismo estadounidense.
Ficción de soberanía popular, orfandad de orden democrático alguno. Dictadura de clase conjunta del capital monopolista burocrático-comprador, del capital monopolista terrateniente y del capital monopolista imperialista, centralmente de aquel conculcador de una auténtica democracia en el país el imperialismo yanqui.
Pero, como clase colocada de espalda a la historia y de los auténticos intereses políticos,  sociales y nacionales del sencillo pueblo trabajador panameño, ella ha persistido durante todos estos 25 años en la realización de sus reaccionarios designios políticos reformadores antipopulares. Reformas emparchadoras de la vieja constitución militarista, hoy tirada al canasto de la basura como papel higiénico, y consistentes pasos en las reformas institucionales; en realidad, entronizamiento de la corrupción, la coima y el “roba-roba” institucionalizado. La burla, descarada y cínica, a la real voluntad del electorado consultado, fraude electoral, imposición y manejo sucio y en su beneficio exclusivo.
A estas alturas, ¿nos sorprenderemos del descalabro electoral del 4 de mayo, último, sufrido por todos los partidos políticos del gran capital oligárquico? No nosotros, los comunistas (marxistas-leninistas) de Panamá. En esas elecciones en que la burguesía en su conjunto no consiguió lograr un consensus favorable para sus proyectos de reforma del Estado. Cuando un 61% de la población rechazó el actual sistema de poder y el actual régimen político,  de rechazo a cualquier triquiñuela tendentes a darle continuidad a este sistema agonizante. Esos resultados lo veíamos venir, lo denunciamos con tiempo y, actuando en consecuencia, convocamos a los trabajadores y al pueblo humilde a la abstención electoral en dichos Comicios.
La inmensa mayoría de la población electoral del país, participante y no-participante, no confía en este renqueante Estado, en el actual sistema institucional, ni en el sistema de partidos políticos oligárquicos y fascistoides, y, se ha opuesto claramente orden constitucional vigente. Por la cual, contrariando y violentado una vez más la voluntad popular, manifestada ese día en las urnas, las clases dominantes -¿Cuándo no?- han llevado a cabo ese mismo día un grandísimo FRAUDE ELECTORAL, se han repartido ilegalmente las poltronas del gobierno y forjado una nueva alianza política en el poder. Pero, la crisis persiste y continúa su marcha inexorable a la ruina de todo el país, a su conversión en crisis social, agudizamiento de la lucha de clases y a su desemboque en la revolución popular antioligárquica.
La crisis política de las clases dominantes y de las clases gobernantes no ha sido saldada, cuando por el contrario, ha dado un paso más en su agravamiento… y a la necesidad de solución mediante la intervención directa del pueblo trabajador.
“Dios ciega a quién quiere perder”, sentencia un viejo proverbio caro a los creyentes. Así la burguesía sigue persistiendo en sus treces, tiene las riendas del poder en sus manos y no lo soltará buenamente. Está empecinada en llevar sus negros designios de la IIda. Gran Reforma del Estado y de la República has su culmine, cueste lo que cueste. No se ha enfriado el Sillón Presidencial. Del calor del saliente poltronudo, cuando ya el nuevo gobierno del fascista y proimperialista yanqui Varela, como comerciante de baratijas se ha puesto a pregonar su mala mercancía, la urgencia de la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente.
¿Para qué y por qué necesita la burguesía, apandillada en la nueva alianza PP-PRD, con a la cabeza el entrante presidente el Opus Deísta y fascista Juan Carlos Varela, la urgencia de la convocación de la Asamblea Constituyente?
Porque ya no puede ocultar más a los ojos del pueblo, de las clases trabajadora y de las clases populares, la gravedad y profundidad de la crisis del Estado. De ahí, la necesidad de crear un diversivo negador de toda participación directa e independiente de las masas trabajadoras y masas populares en los asuntos del viejo Estado y de la vieja República, oligárquica y semifeudal. Para ocultar a los ojos del pueblo el hecho que los dominantes, trabajando tras bambalinas y en la oscuridad a tiempo completo, ¡son ya 25 años los transcurridos!, ha completado sus planes y su construcción de una nueva forma del Estado, presidencialista, corporativista y de claro marchamo neofascista. Que necesita, ahora, legitimar todo lo que ha planeado y realizado hasta ahora. Y el único camino no violentista, tipo golpe de Estado, y que el imperialismo yanqui no le toleraría, resulta ser la Constituyente.
Pero no una Asamblea Constituyente soberana y de plenos poderes, vaya a creerlo el ciudadano de a pie, sino una recortada, viciada y controlada. ¡Vaya sorpresa! La oligarquía burocrática gubernamental, tocando a rebato alrededor de la constituyente, ha estado que se guarda bajo la manga una carta fullera, una carta de triunfo: ¡La Asamblea Constituyente Paralela!
Una constituyente viciada de partida de todo poder constituyente real, convalidadora del viejo poder oligárquico feudal-capitalista. Un mamotreto jurídico y político cuya única función será darle halo de legitimidad espuria al viejo poder estatal apenas renovado, a la continuidad dictadura monoclasista de la burguesía y de su sector político coaligado más ultraderechista, retrógrado, fascista y conforme con los planes guerreristas del imperialismo norteamericano contra los Estados soberanos y pueblos de América del Sur y el Caribe.
No necesitamos aclarar y profundizar, ante los sectores políticamente más avanzados de la clase obrera y de las amplias masas populares, sobre el hecho inmediato de que teatral constituyente “paralela” no es una invención actual dictada como medida de emergencia resolver problema estatal e institucional; para resolver, en particular, los problema políticos generados por el protagonismo del pasado presidente Ricardo Martinelli, sino, insistimos en ello, es la etapa final del viejo proyecto contrarreformador de la oligarquía en su conjunto. La que por intermedio del segundo gobierno títere postinvasión norteamericana, aquel del socialfascista perredeano Balladares, en intento de adelantarse al pueblo que en la calle demandaba la democratización de la vida ciudadana, convirtió la constituyente paralela en norma constitucional.
Pero, no sólo. No sólo han tenido los capitalistas y sus políticos ésta mira política, de la legitimización de sus medidas de contrarreforma estatal e institucional, sino que en sus planes entran otras de más largo alcance. La de asegurar su continuación por todo el largo período que se ha abierto. La capa financiera y bancaria de la burguesía burocrática, luego de subordinar a aquella de los compradores económica y políticamente, necesita ganar 20 años más de dirección política del Estado y de la nueva República oligárquica presidencialista, corporativista y neofascista indesturbada, sin cambios traumáticos y de allanamiento “constitucional” de los conflicto interburgueses que amenazarían la estabilidad y la gobernabilidad del sistema dictatorial de poder. Pero, sobre todo, el amordazar a la clase obrera e impedirle, fallando los tradicionales mecanismos de control sindicales y políticos, su intervención política independiente, revolucionaria, que pudiesen poner en peligro mortal a todo el sistema de poder político y económico. En fin, cortar el camino a la organización política revolucionaria independiente de los trabajadores e impedir la organización de la revolución de nueva democracia popular.
¿Para qué y por qué necesita la clase obrera la Constituyente?
La burguesía no baja de sus labios las palabras de “democracia”, “de una sola familia”, “igualdad y fraternidad”, de “Estado de todos y para todos”. ¡Miel a flor de labios e hiel en el corazón!  Cuando todos en este país sabemos en los hechos como traducen esas palabras engañadoras, el cómo logran mantener en el redil al rebaño electoral: utilizando su monopolio de los medios de comunicación y de propaganda, la intoxicación, el lavado de cerebro, la corrupción y la compra de conciencia, pero también la intimidación, la presión y la represión. ¡Falsarios!
El cómo, además, utiliza la oligarquía sus tradicionales circos electorales para darles la ilusión a los votantes que sus votos cuentan. Cuando en la realidad, en los hechos políticos crudos y desnudos, el voto no decide nada; que el pueblo no tiene, antes o después de dichos procesos eleccionarios, la menor participación en los asuntos más vitales e importantes de la sociedad y del Estado. Las riendas del poder escapan enteramente de las manos de los trabajadores y de las masas populares. En particulares circunstancias, en momentos de crisis política, las clases dominantes se ven forzadas a abrir espacios de participación en sus lides eleccionarias a partidos de la izquierda burguesa /o a partidos de “izquierda” con clientela obrera. Pero, todos en Panamá sabemos cómo terminan esos espacios de participación de la izquierda burguesa, en el escamoteo puro y simple de la cuantía real de sus votos o en el más brutal y sangriento del tradicional golpe de cuartel.
Al respecto, del destino de la democracia en condiciones capitalista, se ha pronunciado muy claramente el líder de la revolución rusa de 1917 Lenin: <en el Estado burgués más democrático, las masas oprimidas se enfrentan constantemente a la contradicción quemante entre la igualdad nominal proclamada por la “democracia” de los capitalistas, y las miles de restricciones y los subterfugios reales, que hacen de los proletarios esclavos asalariados>. Y ello no puede dejar de ser así por cuanto, dónde existe democracia para la burguesía, para los capitalistas, ella deja de existir para la población trabajadora.
Así es y será la “democracia” bajo la dictadura del capital. Pero, esa dictadura del capital oligárquico no puede no engendrar la aspiración en las masas trabajadoras de una auténtica democracia que les sirva a ellos y no simplemente a sus explotadores y opresores. Aspiración permanente de las masas trabajadoras a cambiar, de manera real y efectiva, tal estado de cosas; a cambiar la vieja sociedad y al viejo Estado, por otra sociedad nueva y un nuevo Estado; a un sistema de poder democrático popular y a una sociedad de justicia social y libertad para sí misma; significando ello, la revolución y el Estado de dictadura de nueva democracia popular.
 A la clase obrera le resulta urgente la “conquista de la democracia”, la imposición de unas relaciones políticas avanzadas entre las clases sociales y de más progresistas formas de convivencia democrática nacional. Estos es cambiar radicalmente este corrupto, despótico y opresor sistema de Estado y de gobierno, por un Estado y una República Democrática rodeada de organizaciones sociales y políticas auténticamente democráticas y progresistas.
Pero, tales objetivos políticos no se pueden lograr confiando en la democraticidad de la oligarquía burguesa, en el sentido de que ella estará obligada a respetar la voluntad popular expresada en las urnas –del voto a voto-, o que existiendo la alianza oligarco-imperialista nosotros podremos ganar a la mayoría de la población mediante la persuasión y la propaganda boca a boca. Si no es obligada, ella no aceptará nunca perder siquiera una brizna del poder que goza ni de los privilegios con que se ha rodeado.
Si eso es así y desde luego que es así, entonces ¿por qué nosotros comunistas (marxistas-leninistas) de Panamá, que estratégicamente convocamos a la clase obrera y a las clases trabajadoras a prepararse a organizar la guerra popular hasta el comunismo como único medio factible para la toma del poder, llamamos a dichas clases históricamente revolucionarias a demandar la Asamblea Constituyente? ¿No resulta más que un contrasentido una contradicción, con nuestros objetivos estratégicos de toma del poder, de marcha ininterrumpida hacia el socialismo y el comunismo? ¿Acaso no es la Constituyente una demanda democrático-burguesa, ubicable como fuente originaria del poder del Estado burgués, de la soberanía popular con dirección de la burguesía?
Es esta una cuestión de principios a dilucidar claramente. El demandar la convocatoria a las elecciones para la Asamblea Constituyente de modo alguno atenta contra nuestros principios comunistas. La clase obrera consciente, esto es los comunistas (marxistas-leninistas), en condiciones de un sistema de poder democrático burgués moderno –y de nada vale aquí el argumento, el cual lo hace más valedero aún, de que estamos no en una “democracia burguesa moderna” sino en un régimen burgués de democracia semifeudal-, de aplastamiento político de los sectores asalariados de la población, está obligada como cuestión de principios políticos el demandar la Asamblea Constituyente, no como un fin sino como un medio. La constituyente resulta un medio necesario para poder avanzar a la revolución socialista y a la edificación de la sociedad socialista en Panamá. Eso los Clásicos del Marxismo-leninismo-Maoísmo ya lo han dejado establecido y comprobado políticamente a todo lo largo del siglo XX. No se puede avanzar por el camino de la revolución y construcción socialista, sin conquistar la democracia más real, completa y consecuente previamente. Si no se liquidan revolucionariamente los residuos dominantes aún de la dictadura oligárquico-burguesa semifeudal y neocolonial, y la herramienta política para logar esto es la imposición por las masas populares revolucionarizadas de la Constituyente originaria, con pleno poderes, soberana e independiente del viejo sistema de poder oligárquico burgués.
El camarada Lenin, sobre el mismo tema, en sus Tesis Acerca de la Asamblea Constituyente, adjuntas a su libro La Revolución Proletaria y el Renegado Kautsky, escrito en 1918, en el parágrafo primero dice:
“Era completamente justo que la socialdemocracia revolucionaria incluyera en su programa la reivindicación de la convocatoria de la Asamblea Constituyente, porque en una república burguesa la Asamblea Constituyente es la forma superior de democracia y porque al instituir el parlamento la república imperialista, con Kerenski a la cabeza, preparaba una falsificación de las elecciones y numerosas infracciones de la democracia”. (Las bastardillas son mías. Q. G).
De la misma es resaltable, (1) los bolcheviques aún antes de la revolución de Octubre de 1917, han establecido como una cuestión programática de su partido el POSDR (después conocido como Partido Comunista de Rusia (b)) la demanda de la convocatoria de la Asamblea Constituyente como una cuestión de principios estratégicos comunista, válido pues desde entonces para todo el Movimiento Comunista y Obrero internacionales; (2) Dicha cuestión, de la Constituyente, no debe ser vista con los lentes formalistas como la presentan los “socialistas juridiscistas”, abogados burgueses con ropaje de izquierda, como una simple cuestión jurídico-política, sino en su real naturaleza de clase, burguesa o proletaria. Que no podemos perder de vista, en momento alguno, quién convoca, propagandiza, organiza y hace recuento de los votos y con qué objetivos políticos precisos la ha convocado; (3) Paralelo a esto último (2), el momento histórico y político de su convocación y realización. En otras palabras, establecer claramente la etapa precisa por la que atraviesa la revolución: la etapa de la vieja revolución burguesa, con dirección de la burguesía, marcadamente antifeudal y anticolonial y cuya mira es establecer un Estado nacional burgués de viejo tipo (tal cual la chavista en Venezuela, la sandinista nicaragüense de los hermanos Ortega, la Bolivia de Evo, Libia en su momento y Siria e Assad) o la etapa de la Nueva Democracia Popular, con la dirección de la clase obrera y de su Partido Comunista (marxista-leninista-maoísta), parte que es de la revolución proletaria mundial, con su carácter anticapitalista burocrático, anti semifeudal y antiimperialista, con la creación de un Estado de Nuevo Tipo de Dictadura Democrático Popular y encaminada a la Revolución proletaria socialista y a la dictadura del proletariado.
La constituyente, según la clase que esté al mando, dará origen (en este sentido es originaria) o a un Estado burgués, burocrático o nacional, o a un Estado obrero-campesino con la dirección política y social de la clase del proletariado. Cabe aquí remarcar, con antelación, que la cuestión de la Constituyente no se plantea en el caso de una Revolución Proletaria Socialista. Esto porque la revolución de nueva democracia, generadora de una sociedad y de un Estado de democracia popular coronada con una Asamblea Constituyente, destruye al viejo Estado burocrático burgués y rompe la vieja organización social de la vida económica capitalista burocrática y no al capitalismo en general.
En fin, no se propone cumplir tareas económicas, sociales y políticas que no le corresponden, con ello expresa un período de transición particular, del capitalismo burocrático, semifeudal y neocolonial a una economía y una política de nueva democracia, dentro de la transición general del capitalismo al comunismo; premisa y transición que es de la revolución y sociedad socialista proletaria.
De ahí resulta claro que la vigencia y el que exista la democracia en este país, es algo no indiferente para la clase obrera. Que para la clase obrera y, por ende, a su destacamento de vanguardia histórica el Partido Comunista (Marxista-Leninista), que tiene como su cometido histórico el establecimiento del socialismo auténtico en Panamá, la cuestión de la inmediata convocatoria de la Asamblea Constituyente. Dado que, siendo la actual democracia burguesa semifeudal una forma política prehistórica, atrasada y contraria a toda convivencia social y política entre la población más avanzada, de dictadura clasista descarnada, bruta y no sujeta a ley alguna, reviste una gran importancia para su lucha por conquistar el futuro, el socialismo y el comunismo, vía de la conquista revolucionaria violenta de la democracia. La Constituyente, pues, al contrario de ser algo secundario y/o ajena a los intereses particulares y general de la clase obrera, es una necesidad política y una inevitabilidad histórica dentro de su camino a la revolución y construcción del socialismo en este país.
De eso nos ha hablado nuestro Maestro Lenin, con las palabras siguientes: “más valor tiene un república burguesa coronada por una constituyente, que una república burguesa sin constituyente”. ¿Por qué? Porque una democracia burguesa nacida de una Constituyente Originaria es mil veces superior a una democracia burguesa nacida de la imposición de una clase social no democrática y por el imperialismo opresor.
Claro de todo ello resulta que, con nuestro llamado a la convocatoria de elecciones generales para la Asamblea Constituyente en nuestro país, buscamos crear las  condiciones subjetivas propiciatorias para la preparación de las masas trabajadoras y masas populares a comprometerse conscientemente la inevitable más que necesaria guerra revolucionaria de liberación popular. La cual abatiendo revolucionariamente el sistema de poder oligárquico cambie integralmente el rostro mismo de la clase obrera y de las masas populares comprometidas en su misión histórica de liberación nacional y de liberación social. Sin que esto, signifique confundir está última con la tarea de la emancipación social socialista que corresponde a otra etapa sucesiva de la revolución proletaria en Panamá.
En fin, buscamos a través de la Constituyente cambiar la actual situación de debilidad política de las fuerzas antisistema político estatal, de contrariedad de masa con este sistema institucional y todo el sistema de ordenamiento constitucional, marchito y podrido. Utilizar la apertura de todo el período preparatorio, que va desde la convocatoria de elecciones a su realización, para generar a partir de la clara manifestación de  conciencia revolucionaria de poder una movilización de las masas obreras, masas campesinas y masas originarias bajo una estrategia de poder revolucionario. Que permita, en los actuales momentos, utilizar la campaña para la convocatoria a elecciones por la Constituyente para generar, como expresión auténtica de la voluntad de los trabajadores y de nuestro pueblo, un nuevo sistema estatal, un nuevo orden constitucional democrático y un nuevo sistema de instituciones democráticas y al servicio del pueblo y por el pueblo administradas.
Para alcanzar esto tenemos que estar claros qué males hay que destruir y con qué reemplazarlo. Hay que destruir revolucionariamente el opresor Poder Oligárquico-fascista de la gran burguesía, hay que destruir la subyugación neocolonial del imperialismo, en particular y concreto del imperialismo estadounidense, hay que destruir la explotación de nuestro pueblo trabajador por parte del capitalismo monopolista burocrático. Esos tres males hunden en la miseria física y la miseria social a todo el pueblo y a todas las clases y sectores de clase que hacen parte del pueblo y que realmente luchan por sacudirse tal coyunda.
Necesitamos, y es lo que no tenemos hasta ahora y nunca tendremos mientras subsista y se perpetúen en el poder del Estado esa alianza ultrarreaccionaria del capital monopolista semifeudal, del capital monopolista de la burguesía burocrática y del capital monopolista extranjero. En consecuencia, al demandar la elección de una Asamblea Popular Constituyente en nuestro país, estamos exigiendo la urgencia de la conquista de la libertad nacional para nuestra patria, la libertad política para nuestro pueblo trabajador y la libertad social para los trabajadores asalariados. Son éstas nuestras tres banderas de propaganda y agitación en el campo de la convocatoria a las elecciones de la Asamblea Constituyente.
Ellas las clases gobernantes, sus partidos políticos, dirigentes y estrategas pregonan, a gritos destemplado, que con su convocatoria a la constituyente, ocultando la esencia reaccionaria, antipopular y antinacional de su legitimización de su terminada IIda Gran Reforma del Estado y de la República oligárquicos en un sentido presidencialista, corporativista y neofascista, buscan una nueva concertación política y social, un nuevo pacto entre opresores y oprimidos, un nuevo orden “democrático” pero siempre dominado por ella y un supuesto nuevo régimen constitucional.
Sobre lo que es ese supuesto nuevo régimen constitucional el camarada Mao nos ha brindado una seria advertencia, la que no debemos olvidar jamás,
<Sin destruir estos males, toda construcción es inconcebible. Sólo destruyéndolos China podrá salvarse y emprender su construcción; de otra manera, todo será delirar y nada más. Sólo con la destrucción de lo viejo y podrido, será posible la construcción de lo nuevo y sano>. 
Agregando a renglón seguido, denunciando lo que realmente piensan los reaccionarios dominantes,
<El régimen constitucional del que hablan los recalcitrantes chinos es la democracia burguesa de viejo tipo existente en el extranjero. Ellos pregonan su deseo de tal régimen constitucional, pero en realidad no lo quieren, y hablan de él sólo para engañar al pueblo. Lo que en verdad desean es la dictadura fascista de un solo partido. La burguesía nacional china sí quiere realmente este tipo de régimen constitucional, y anhela establecer en China la dictadura burguesa; pero nunca lo conseguirá, pues el pueblo chino no lo desea, ni acepta la dictadura uniclasista de la burguesía. Los asuntos de China tienen que ser decididos por la gran mayoría de los chinos; el monopolio del Poder por la burguesía ha de ser rechazado de plano>.
Y dicha advertencia del camarada Mao al pueblo revolucionario chino, guarda toda si validez revolucionaria para la clase proletaria panameña en los actuales momentos políticos de grave crisis económica y política. ¿Echaremos en saco roto esta advertencia consecuentemente revolucionaria que nos brinda el gran Líder Mao y pagada con sangre por el pueblo chino? Muy mal haríamos si hiciésemos eso.
Pues, con igual mira es eso lo que hacen los fascistas del Partido Panameñista y los socialfascistas del PRD, ahora mancuernados en una alianza antinatura, cuando centran toda su propaganda, en el ya clásico estilo goebbeliano de personificar el objetivo del contrario a abatir (o ya abatido, luego de su descalabro electoral del 4 de mayo), sobre el saliente presidente Ricardo Martinelli o a engañar (el pueblo, quién más). ¡Arena en los ojos del pueblo panameño! Hoy descubren el autocratismo y el personalismo del martinellismo en la gestión de la cosa pública, sus métodos mafiocráticos de combinar administración del estado e intereses privados, su populismo de derecha. ¿Quién olvida los 30 años de latrocinios, saqueo del erario y servilismo proyanquista del gobierno del PRD? Igualmente, ¿los métodos mafiosos, los entrelazamiento espurios y la corrupción generalizada, el servilismo de que hicieron gala impúdica con los invasores y su complicidad en el asesinatos de miles de panameños que manchan en la memoria del pueblo panameño a los dos gobiernos del Partido Panameñista postinvasión gringa?
Estos son, además, los que prometen ahora una Asamblea Constituyente para “democratización” del país y un nuevo orden constitucional y estatal. Cuando estos mismos partidos de capitalistas compradores y burocráticos se complotan, obsecuentemente, para posibilitar el retorno de la administración de esa empresa capitalista monopolista de estado que es la ACP (Administración del Canal de Panamá) a manos del imperialismo norteamericano, como pago por la aceptación USA de la instauración de un Estado militar-fascista en Panamá.
Nosotros comunistas (marxistas-leninistas) de Panamá utilizaremos está en cierne convocatoria a elecciones de la Constituyente para enfrentar y derrotar esta nefanda intención antidemocrática en daño del pueblo trabajador panameño. La utilizaremos para denunciar, enfrentar y combatir intransigentemente esta conjura para imponernos es contrarreforma del Estado y de la República oligárquico-fascistas. Con ellos sólo podemos tener actitud de lucha, lucha y más lucha. Eso hasta que nuestra clase, las masas campesinas y aquellas originarias, tan golpeadas y negadas en su existencia nacionalitaria, con plena conciencia de sus necesidades  inmediatas y generales y de las tareas políticas que le incumben, marchen resueltamente por la senda de la revolución de nueva democracia.
En definitiva, pese a la situación desventajosa de nuestras actuales condiciones políticas de existencia y actividad política –como pudiesen ser la existencia de una clase obrera y de una clase campesina, en proceso de desintegración ésta última, huérfanas de derechos políticos propios –como pudiesen ser el derecho de luchar por la toma del poder del estado por el pueblo y de gobernar a la república sin la presencia de las retrógradas clases oligárquicas-, dispersas socialmente por la falta de una base industrial, desorganizadas y carentes de libertad de lucha sindical independiente del poder policiaco gubernamental, con escasa experiencia política de lucha independiente y revolucionaria y totalmente carente de una conciencia de clase comunista, nos resulta forzoso y conforme a nuestros principios revolucionarios proletarios y a las verdades universales del marxismo-leninismo-maoísmo el aceptar el reto de las clases dominantes la participación en la posible convocatoria a elecciones de la Asamblea Constituyente.
Sólo que para nosotros comunistas (marxistas-leninistas) toda nuestra eventual participación en ese torneo objetivamente burgués por una Constituyente, queda sujeta a un claro sentido de pleno poder para la misma, sea soberana e independiente, se reconozca claramente nuestro derecho a la libre organización política, a nuestra libertad de actividad y de propaganda sin cortapisa alguna.
En consecuencia, nuestro Partido, el partido de los comunistas (marxistas-leninistas) de Panamá, exige la inmediata convocatoria para las elecciones de la Asamblea Constituyente auténticamente soberana e independiente del viejo Estado burgués oligárquico, del viejo gobierno oligárquico-fascista. Ante la cual todas las viejas administrativas del Estada y del gobierno recién encaramado, tras un vulgar fraude electoral, deben renunciar, renunciar a los poderes que falsamente se han atribuido. Pues ellos, dentro de los parámetros de la legalidad burguesa burocrático-semifeudal y de la moral política por ellos establecidos, resultan reos de ilegitimidad y de violación de las reglas democráticas de gobierno. ¡El recién instalado presidente debe renunciar! ¡Todos los poltronudos de la Asamblea de Diputados deben renunciar! ¡El mismo, tramposo e inmoral Tribunal Electoral debe renunciar en Pleno!
Como también rechazamos esa burda, tramposa e inmoral pretensión de los gobernantes y de los partidos burgueses tradicionales de querer imponernos una constituyente paralela, subordinada al Poder Ejecutivo ¡Todo el poder debe ser entregado a la Asamblea Nacional Constituyente!
Que quede claro de una vez por toda ¡No queremos una Asamblea Constituyente Paralela! Los trabajadores y las amplias masas populares no quieren ni aceptan constituyente paralela y subordinada al viejo poder oligárquico o cualquier otra burda maniobra tendente a burlas una vez más la voluntad popular. Si los partidos gobernantes como aquellos de la oposición oficial persistiesen en imponer su burdo y engaño aborto antidemocrático ese, entonces nuestro partido, el Partido Comunista (Marxista-Leninista) de Panamá se le opondrá y combatirá intransigentemente. Llamaremos al pueblo no a la abstención electoral, sino al boicot activo y a recurrir a todos los medios y formas de lucha para hacerlo efectivo.
Por eso mismo, para cumplimiento de un tal empeño, los comunistas (marxistas-leninistas) llamamos, desde ya, a todas las fuerzas sociales y políticas del país a dar vida y organización al abstencionismo de izquierda. Para que juntos, forjando un amplio Frente unido de Acción atraigamos, convenzamos, eduquemos y organicemos a toda la gama del abstencionismo popular antisistema oligárquico de poder. Anti-semifeudal, anti capitalista burocrático y antiimperialista del país. A juntarse a nuestro partido, a dar fuerza al Partido Comunista (Marxista-Leninista) de Panamá, ayudarnos a llevar a término a este Partido Comunista, maoísta, el único aquí en Panamá quiere verdaderamente marchar por la independencia nacional y la nueva democracia popular hacia el socialismo.
¡Inmediata convocatoria a las elecciones a una Asamblea Constituyente soberana y con plenos poderes!
¡No a la espuria constituyente paralela!
¡Todo el Poder a la Asamblea Constituyente Democrática!
¡Constituyente ya, para una Nueva República y un Nuevo Estado auténticamente democráticos y populares!
¡Por la libertad nacional para la patria, la libertad política para el pueblo y la libertad social para los trabajadores!
¡Por la independencia nacional y la nueva democracia popular hacia el socialismo!

Partido Comunista (Marxista-Leninista) de Panamá.
2 de junio de 2014