DEMANDAMOS
LA
INMEDIATA
CONVOCATORIA A ELECCIONES PARA UNA ASAMBLEA CONSTITUYENTE CON PLENO PÓDERES
Desde hace 25 años, como
consecuencia de la criminal e ilegítima invasión armada del imperialismo
estadounidense la que, en sus efectos traumáticos tiene en su haber la
agravación de la prolongada crisis política, por ende sin salida aparente para
la burguesía burocrático-compradora, las clases dominantes en Panamá se
esfuerzan desesperadamente por sacar a flote su Estado hecho pedazos.
Acontecimiento que, desde hace dos décadas y media, la empuja a la búsqueda de
reconstituirlo, ponerlo en pie y llevarlo adelante mediante una serie de
reformas a su orden constitucional, reajustes institucionales y recomposición de la unidad política en el
seno de las clases gobernantes, combinando así y así las alianzas de los
grandes partidos políticos tradicionales.
Todos sus proyectos de solución
abierta y franca a tal crisis política han sido infructuosos. Por lo que se ha
visto forzada a realizarlos tras bambalinas y a espaldas de la clase obrera,
del campesinado y grandes masas de las nacionalidades originarias. Defenestrada
la dictadura militar, colocada al frente del gobierno títere, por juramentada y
puesta al frente del régimen por las mismas autoridades militares yanquis
ocupacionistas, a instancias del mismo, se ha propuesto reorganizarlo mediante
una IIda Gran
Reforma del Sistema de Estado y del Sistema de Gobierno, ocultado tales
designios tras anodinas frases almibaradas: que si “democracia nuestra en construcción”,
“modernización” y/o “refundación” del Estado.
Fraseología engañosa y huera tendente a engatusar a la población.
Pero está proyectada IIda.
Gran Reforma del Estado y de la República oligárquica, en un sentido
presidencialista, corporatista y neofascista porta en sí misma su negación por
cuanto ella niega realmente la soberanía popular y porque recorta aún más las
ya menguadas libertades políticas y los derechos sociales de las clases
trabajadoras del país. En fin, que esta reforma del sistema de poder
oligárquico sin un auténtico, real y revolucionario cambio del mismo está ya
viciado de partida, condenado a conducir al fracaso. Por su contenido, forma y
método de implementación, dirección y objetivos de esta IIda Gran Reforma del sistema estatal y del sistema de
gobierno, una verdadera contrarreforma reaccionaria, antidemocrática y tendente
a consolidar el monopolio uniclasista del poder en beneficio de un puñado de
ricachos y superricos, viciando en sí mismo y por ello cualquier sentido
progresista de la misma, pues no da poder
alguno al pueblo. Refuerza, en cambio, la dictadura clasista del gran capital y
oculta cual taparrabo al verdadero amo colonial del país, el imperialismo
estadounidense.
Ficción de soberanía popular,
orfandad de orden democrático alguno. Dictadura de clase conjunta del capital
monopolista burocrático-comprador, del capital monopolista terrateniente y del
capital monopolista imperialista, centralmente de aquel conculcador de una
auténtica democracia en el país el imperialismo yanqui.
Pero, como clase colocada de
espalda a la historia y de los auténticos intereses políticos, sociales y nacionales del sencillo pueblo
trabajador panameño, ella ha persistido durante todos estos 25 años en la
realización de sus reaccionarios designios políticos reformadores
antipopulares. Reformas emparchadoras de la vieja constitución militarista, hoy
tirada al canasto de la basura como papel higiénico, y consistentes pasos en
las reformas institucionales; en realidad, entronizamiento de la corrupción, la
coima y el “roba-roba” institucionalizado. La burla, descarada y cínica, a la
real voluntad del electorado consultado, fraude electoral, imposición y manejo
sucio y en su beneficio exclusivo.
A estas alturas, ¿nos
sorprenderemos del descalabro electoral del 4 de mayo, último, sufrido por
todos los partidos políticos del gran capital oligárquico? No nosotros, los
comunistas (marxistas-leninistas) de Panamá. En esas elecciones en que la
burguesía en su conjunto no consiguió lograr un consensus favorable para sus
proyectos de reforma del Estado. Cuando un 61% de la población rechazó el
actual sistema de poder y el actual régimen político, de rechazo a cualquier triquiñuela tendentes
a darle continuidad a este sistema agonizante. Esos resultados lo veíamos
venir, lo denunciamos con tiempo y, actuando en consecuencia, convocamos a los
trabajadores y al pueblo humilde a la abstención electoral en dichos Comicios.
La inmensa mayoría de la
población electoral del país, participante y no-participante, no confía en este
renqueante Estado, en el actual sistema institucional, ni en el sistema de
partidos políticos oligárquicos y fascistoides, y, se ha opuesto claramente
orden constitucional vigente. Por la cual, contrariando y violentado una vez
más la voluntad popular, manifestada ese día en las urnas, las clases
dominantes -¿Cuándo no?- han llevado a cabo ese mismo día un grandísimo FRAUDE
ELECTORAL, se han repartido ilegalmente las poltronas del gobierno y forjado
una nueva alianza política en el poder. Pero, la crisis persiste y continúa su
marcha inexorable a la ruina de todo el país, a su conversión en crisis social,
agudizamiento de la lucha de clases y a su desemboque en la revolución popular
antioligárquica.
La crisis política de las
clases dominantes y de las clases gobernantes no ha sido saldada, cuando por el
contrario, ha dado un paso más en su agravamiento… y a la necesidad de solución
mediante la intervención directa del pueblo trabajador.
“Dios ciega a quién quiere
perder”, sentencia un viejo proverbio caro a los creyentes. Así la burguesía
sigue persistiendo en sus treces, tiene las riendas del poder en sus manos y no
lo soltará buenamente. Está empecinada en llevar sus negros designios de la IIda.
Gran Reforma del Estado y de la República has su culmine, cueste lo que cueste.
No se ha enfriado el Sillón Presidencial. Del calor del saliente poltronudo,
cuando ya el nuevo gobierno del fascista y proimperialista yanqui Varela, como
comerciante de baratijas se ha puesto a pregonar su mala mercancía, la urgencia
de la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente.
¿Para qué y por qué necesita
la burguesía, apandillada en la nueva alianza PP-PRD, con a la cabeza el
entrante presidente el Opus Deísta y fascista Juan Carlos Varela, la urgencia
de la convocación de la Asamblea Constituyente?
Porque ya no puede ocultar
más a los ojos del pueblo, de las clases trabajadora y de las clases populares,
la gravedad y profundidad de la crisis del Estado. De ahí, la necesidad de
crear un diversivo negador de toda participación directa e independiente de las
masas trabajadoras y masas populares en los asuntos del viejo Estado y de la
vieja República, oligárquica y semifeudal. Para ocultar a los ojos del pueblo
el hecho que los dominantes, trabajando tras bambalinas y en la oscuridad a
tiempo completo, ¡son ya 25 años los transcurridos!, ha completado sus planes y
su construcción de una nueva forma del Estado, presidencialista, corporativista
y de claro marchamo neofascista. Que necesita, ahora, legitimar todo lo que ha
planeado y realizado hasta ahora. Y el único camino no violentista, tipo golpe
de Estado, y que el imperialismo yanqui no le toleraría, resulta ser la
Constituyente.
Pero no una Asamblea
Constituyente soberana y de plenos poderes, vaya a creerlo el ciudadano de a
pie, sino una recortada, viciada y controlada. ¡Vaya sorpresa! La oligarquía
burocrática gubernamental, tocando a rebato alrededor de la constituyente, ha
estado que se guarda bajo la manga una carta fullera, una carta de triunfo: ¡La Asamblea Constituyente Paralela!
Una constituyente viciada de
partida de todo poder constituyente real, convalidadora del viejo poder
oligárquico feudal-capitalista. Un mamotreto jurídico y político cuya única
función será darle halo de legitimidad espuria al viejo poder estatal apenas
renovado, a la continuidad dictadura monoclasista de la burguesía y de su
sector político coaligado más ultraderechista, retrógrado, fascista y conforme
con los planes guerreristas del imperialismo norteamericano contra los Estados
soberanos y pueblos de América del Sur y el Caribe.
No necesitamos aclarar y
profundizar, ante los sectores políticamente más avanzados de la clase obrera y
de las amplias masas populares, sobre el hecho inmediato de que teatral
constituyente “paralela” no es una invención actual dictada como medida de
emergencia resolver problema estatal e institucional; para resolver, en particular,
los problema políticos generados por el protagonismo del pasado presidente
Ricardo Martinelli, sino, insistimos en ello, es la etapa final del viejo
proyecto contrarreformador de la oligarquía en su conjunto. La que por
intermedio del segundo gobierno títere postinvasión norteamericana, aquel del
socialfascista perredeano Balladares, en intento de adelantarse al pueblo que
en la calle demandaba la democratización de la vida ciudadana, convirtió la
constituyente paralela en norma constitucional.
Pero, no sólo. No sólo han
tenido los capitalistas y sus políticos ésta mira política, de la
legitimización de sus medidas de contrarreforma estatal e institucional, sino
que en sus planes entran otras de más largo alcance. La de asegurar su
continuación por todo el largo período que se ha abierto. La capa financiera y
bancaria de la burguesía burocrática, luego de subordinar a aquella de los
compradores económica y políticamente, necesita ganar 20 años más de dirección
política del Estado y de la nueva República oligárquica presidencialista,
corporativista y neofascista indesturbada, sin cambios traumáticos y de
allanamiento “constitucional” de los conflicto interburgueses que amenazarían
la estabilidad y la gobernabilidad del sistema dictatorial de poder. Pero,
sobre todo, el amordazar a la clase obrera e impedirle, fallando los
tradicionales mecanismos de control sindicales y políticos, su intervención
política independiente, revolucionaria, que pudiesen poner en peligro mortal a
todo el sistema de poder político y económico. En fin, cortar el camino a la
organización política revolucionaria independiente de los trabajadores e
impedir la organización de la revolución de nueva democracia popular.
¿Para qué y por qué necesita
la clase obrera la Constituyente?
La burguesía no baja de sus
labios las palabras de “democracia”, “de una sola familia”, “igualdad y
fraternidad”, de “Estado de todos y para todos”. ¡Miel a flor de labios e hiel
en el corazón! Cuando todos en este país
sabemos en los hechos como traducen esas palabras engañadoras, el cómo logran
mantener en el redil al rebaño electoral: utilizando su monopolio de los medios
de comunicación y de propaganda, la intoxicación, el lavado de cerebro, la
corrupción y la compra de conciencia, pero también la intimidación, la presión
y la represión. ¡Falsarios!
El cómo, además, utiliza la
oligarquía sus tradicionales circos electorales para darles la ilusión a los
votantes que sus votos cuentan. Cuando en la realidad, en los hechos políticos
crudos y desnudos, el voto no decide nada; que el pueblo no tiene, antes o
después de dichos procesos eleccionarios, la menor participación en los asuntos
más vitales e importantes de la sociedad y del Estado. Las riendas del poder
escapan enteramente de las manos de los trabajadores y de las masas populares.
En particulares circunstancias, en momentos de crisis política, las clases
dominantes se ven forzadas a abrir espacios de participación en sus lides
eleccionarias a partidos de la izquierda burguesa /o a partidos de “izquierda”
con clientela obrera. Pero, todos en Panamá sabemos cómo terminan esos espacios
de participación de la izquierda burguesa, en el escamoteo puro y simple de la
cuantía real de sus votos o en el más brutal y sangriento del tradicional golpe
de cuartel.
Al respecto, del destino de
la democracia en condiciones capitalista, se ha pronunciado muy claramente el
líder de la revolución rusa de 1917 Lenin: <en el Estado burgués más democrático, las masas oprimidas se enfrentan
constantemente a la contradicción quemante entre la igualdad nominal proclamada
por la “democracia” de los capitalistas, y las miles de restricciones y los
subterfugios reales, que hacen de los proletarios esclavos asalariados>.
Y ello no puede dejar de ser así por cuanto, dónde existe democracia para la
burguesía, para los capitalistas, ella deja de existir para la población
trabajadora.
Así es y será la
“democracia” bajo la dictadura del capital. Pero, esa dictadura del capital
oligárquico no puede no engendrar la aspiración en las masas trabajadoras de
una auténtica democracia que les sirva a ellos y no simplemente a sus
explotadores y opresores. Aspiración permanente de las masas trabajadoras a
cambiar, de manera real y efectiva, tal estado de cosas; a cambiar la vieja
sociedad y al viejo Estado, por otra sociedad nueva y un nuevo Estado; a un
sistema de poder democrático popular y a una sociedad de justicia social y
libertad para sí misma; significando ello, la revolución y el Estado de
dictadura de nueva democracia popular.
A la clase obrera le resulta urgente la
“conquista de la democracia”, la imposición de unas relaciones políticas
avanzadas entre las clases sociales y de más progresistas formas de convivencia
democrática nacional. Estos es cambiar radicalmente este corrupto, despótico y
opresor sistema de Estado y de gobierno, por un Estado y una República
Democrática rodeada de organizaciones sociales y políticas auténticamente
democráticas y progresistas.
Pero, tales objetivos
políticos no se pueden lograr confiando en la democraticidad de la oligarquía
burguesa, en el sentido de que ella estará obligada a respetar la voluntad
popular expresada en las urnas –del voto a voto-, o que existiendo la alianza oligarco-imperialista
nosotros podremos ganar a la mayoría de la población mediante la persuasión y
la propaganda boca a boca. Si no es obligada, ella no aceptará nunca perder
siquiera una brizna del poder que goza ni de los privilegios con que se ha
rodeado.
Si eso es así y desde luego
que es así, entonces ¿por qué nosotros comunistas (marxistas-leninistas) de
Panamá, que estratégicamente convocamos a la clase obrera y a las clases
trabajadoras a prepararse a organizar la guerra popular hasta el comunismo como
único medio factible para la toma del poder, llamamos a dichas clases
históricamente revolucionarias a demandar la Asamblea Constituyente? ¿No
resulta más que un contrasentido una contradicción, con nuestros objetivos
estratégicos de toma del poder, de marcha ininterrumpida hacia el socialismo y
el comunismo? ¿Acaso no es la Constituyente una demanda democrático-burguesa,
ubicable como fuente originaria del poder del Estado burgués, de la soberanía
popular con dirección de la burguesía?
Es esta una cuestión de
principios a dilucidar claramente. El demandar la convocatoria a las elecciones
para la Asamblea Constituyente de modo alguno atenta contra nuestros principios
comunistas. La clase obrera consciente, esto es los comunistas
(marxistas-leninistas), en condiciones de un sistema de poder democrático
burgués moderno –y de nada vale aquí el argumento, el cual lo hace más valedero
aún, de que estamos no en una “democracia burguesa moderna” sino en un régimen burgués de democracia semifeudal-, de
aplastamiento político de los sectores asalariados de la población, está
obligada como cuestión de principios políticos el demandar la Asamblea
Constituyente, no como un fin sino como un medio. La constituyente resulta un
medio necesario para poder avanzar a la revolución socialista y a la
edificación de la sociedad socialista en Panamá. Eso los Clásicos del
Marxismo-leninismo-Maoísmo ya lo han dejado establecido y comprobado
políticamente a todo lo largo del siglo XX. No se puede avanzar por el camino
de la revolución y construcción socialista, sin conquistar la democracia más
real, completa y consecuente previamente. Si no se liquidan revolucionariamente
los residuos dominantes aún de la dictadura oligárquico-burguesa semifeudal y
neocolonial, y la herramienta política para logar esto es la imposición por las
masas populares revolucionarizadas de la Constituyente originaria, con pleno
poderes, soberana e independiente del viejo sistema de poder oligárquico
burgués.
El camarada Lenin, sobre el
mismo tema, en sus Tesis Acerca de la Asamblea Constituyente, adjuntas a su
libro La Revolución Proletaria y el Renegado Kautsky, escrito en 1918, en el
parágrafo primero dice:
“Era completamente justo que la
socialdemocracia revolucionaria incluyera en su programa la reivindicación de
la convocatoria de la Asamblea Constituyente, porque en una república
burguesa la Asamblea Constituyente es la forma superior de democracia
y porque al instituir el parlamento la república imperialista, con Kerenski a
la cabeza, preparaba una falsificación de las elecciones y numerosas
infracciones de la democracia”. (Las bastardillas son mías. Q. G).
De la misma es resaltable, (1) los bolcheviques aún
antes de la revolución de Octubre de 1917, han establecido como una cuestión
programática de su partido el POSDR (después conocido como Partido Comunista de
Rusia (b)) la demanda de la convocatoria de la Asamblea Constituyente como una
cuestión de principios estratégicos comunista, válido pues desde entonces para
todo el Movimiento Comunista y Obrero internacionales; (2) Dicha cuestión, de
la Constituyente, no debe ser vista con los lentes formalistas como la
presentan los “socialistas juridiscistas”, abogados burgueses con ropaje de
izquierda, como una simple cuestión jurídico-política, sino en su real
naturaleza de clase, burguesa o proletaria. Que no podemos perder de vista, en
momento alguno, quién convoca, propagandiza, organiza y hace recuento de los
votos y con qué objetivos políticos precisos la ha convocado; (3) Paralelo a
esto último (2), el momento histórico y político de su convocación y
realización. En otras palabras, establecer claramente la etapa precisa por la
que atraviesa la revolución: la etapa de la vieja revolución burguesa, con
dirección de la burguesía, marcadamente antifeudal y anticolonial y cuya mira
es establecer un Estado nacional burgués de viejo tipo (tal cual la chavista en
Venezuela, la sandinista nicaragüense de los hermanos Ortega, la Bolivia de
Evo, Libia en su momento y Siria e Assad) o la etapa de la Nueva Democracia
Popular, con la dirección de la clase obrera y de su Partido Comunista
(marxista-leninista-maoísta), parte que es de la revolución proletaria mundial,
con su carácter anticapitalista burocrático, anti semifeudal y antiimperialista,
con la creación de un Estado de Nuevo Tipo de Dictadura Democrático Popular y
encaminada a la Revolución proletaria socialista y a la dictadura del
proletariado.
La constituyente, según la clase que esté al mando,
dará origen (en este sentido es originaria) o a un Estado burgués, burocrático
o nacional, o a un Estado obrero-campesino con la dirección política y social
de la clase del proletariado. Cabe aquí remarcar, con antelación, que la
cuestión de la Constituyente no se plantea en el caso de una Revolución
Proletaria Socialista. Esto porque la revolución de nueva democracia,
generadora de una sociedad y de un Estado de democracia popular coronada con
una Asamblea Constituyente, destruye al viejo Estado burocrático burgués y
rompe la vieja organización social de la vida económica capitalista burocrática
y no al capitalismo en general.
En fin, no se propone cumplir tareas económicas, sociales
y políticas que no le corresponden, con ello expresa un período de transición
particular, del capitalismo burocrático, semifeudal y neocolonial a una
economía y una política de nueva democracia, dentro de la transición general del
capitalismo al comunismo; premisa y transición que es de la revolución y
sociedad socialista proletaria.
De ahí resulta claro que la vigencia y el que
exista la democracia en este país, es algo no indiferente para la clase obrera.
Que para la clase obrera y, por ende, a su destacamento de vanguardia histórica
el Partido Comunista (Marxista-Leninista), que tiene como su cometido histórico
el establecimiento del socialismo auténtico en Panamá, la cuestión de la
inmediata convocatoria de la Asamblea Constituyente. Dado que, siendo la actual
democracia burguesa semifeudal una forma política prehistórica, atrasada y
contraria a toda convivencia social y política entre la población más avanzada,
de dictadura clasista descarnada, bruta y no sujeta a ley alguna, reviste una
gran importancia para su lucha por conquistar el futuro, el socialismo y el
comunismo, vía de la conquista revolucionaria violenta de la democracia. La
Constituyente, pues, al contrario de ser algo secundario y/o ajena a los
intereses particulares y general de la clase obrera, es una necesidad política
y una inevitabilidad histórica dentro de su camino a la revolución y
construcción del socialismo en este país.
De eso nos ha hablado nuestro Maestro Lenin, con
las palabras siguientes: “más valor
tiene un república burguesa coronada por
una constituyente, que una república burguesa sin constituyente”. ¿Por qué? Porque una democracia burguesa
nacida de una Constituyente Originaria es mil veces superior a una democracia
burguesa nacida de la imposición de una clase social no democrática y por el
imperialismo opresor.
Claro de todo ello resulta que, con nuestro llamado
a la convocatoria de elecciones generales para la Asamblea Constituyente en
nuestro país, buscamos crear las
condiciones subjetivas propiciatorias para la preparación de las masas
trabajadoras y masas populares a comprometerse conscientemente la inevitable
más que necesaria guerra revolucionaria de liberación popular. La cual
abatiendo revolucionariamente el sistema de poder oligárquico cambie integralmente
el rostro mismo de la clase obrera y de las masas populares comprometidas en su
misión histórica de liberación nacional y de liberación social. Sin que esto,
signifique confundir está última con la tarea de la emancipación social
socialista que corresponde a otra etapa sucesiva de la revolución proletaria en
Panamá.
En fin, buscamos a través de la Constituyente
cambiar la actual situación de debilidad política de las fuerzas antisistema
político estatal, de contrariedad de masa con este sistema institucional y todo
el sistema de ordenamiento constitucional, marchito y podrido. Utilizar la
apertura de todo el período preparatorio, que va desde la convocatoria de
elecciones a su realización, para generar a partir de la clara manifestación de conciencia
revolucionaria de poder una movilización de las masas obreras, masas
campesinas y masas originarias bajo una
estrategia de poder revolucionario. Que permita, en los actuales momentos,
utilizar la campaña para la convocatoria a elecciones por la Constituyente para
generar, como expresión auténtica de la voluntad de los trabajadores y de
nuestro pueblo, un nuevo sistema estatal, un nuevo orden constitucional
democrático y un nuevo sistema de instituciones democráticas y al servicio del
pueblo y por el pueblo administradas.
Para alcanzar esto tenemos que estar claros
qué males hay que destruir y con qué reemplazarlo. Hay que destruir
revolucionariamente el opresor Poder Oligárquico-fascista de la gran burguesía,
hay que destruir la subyugación neocolonial del imperialismo, en particular y
concreto del imperialismo estadounidense, hay que destruir la explotación de
nuestro pueblo trabajador por parte del capitalismo monopolista burocrático.
Esos tres males hunden en la miseria física y la miseria social a todo el
pueblo y a todas las clases y sectores de clase que hacen parte del pueblo y que
realmente luchan por sacudirse tal coyunda.
Necesitamos, y es lo que no tenemos hasta
ahora y nunca tendremos mientras subsista y se perpetúen en el poder del Estado
esa alianza ultrarreaccionaria del capital monopolista semifeudal, del capital
monopolista de la burguesía burocrática y del capital monopolista extranjero.
En consecuencia, al demandar la elección de una Asamblea Popular Constituyente
en nuestro país, estamos exigiendo la urgencia de la conquista de la libertad nacional para nuestra patria,
la libertad política para nuestro
pueblo trabajador y la libertad social
para los trabajadores asalariados. Son éstas nuestras tres banderas de
propaganda y agitación en el campo de la convocatoria a las elecciones de la
Asamblea Constituyente.
Ellas las clases gobernantes, sus partidos
políticos, dirigentes y estrategas pregonan, a gritos destemplado, que con su
convocatoria a la constituyente, ocultando la esencia reaccionaria, antipopular
y antinacional de su legitimización de su terminada IIda Gran
Reforma del Estado y de la República oligárquicos en un sentido
presidencialista, corporativista y neofascista, buscan una nueva concertación
política y social, un nuevo pacto entre opresores y oprimidos, un nuevo orden
“democrático” pero siempre dominado por ella y un supuesto nuevo régimen
constitucional.
Sobre lo que es ese supuesto nuevo régimen
constitucional el camarada Mao nos ha brindado una seria advertencia, la que no
debemos olvidar jamás,
<Sin
destruir estos males, toda construcción es inconcebible. Sólo destruyéndolos
China podrá salvarse y emprender su construcción; de otra manera, todo será
delirar y nada más. Sólo con la destrucción de lo viejo y podrido, será posible
la construcción de lo nuevo y sano>.
Agregando a renglón seguido, denunciando lo que
realmente piensan los reaccionarios dominantes,
<El
régimen constitucional del que hablan los recalcitrantes chinos es la
democracia burguesa de viejo tipo existente en el extranjero. Ellos pregonan su
deseo de tal régimen constitucional, pero en realidad no lo quieren, y hablan
de él sólo para engañar al pueblo. Lo que en verdad desean es la dictadura
fascista de un solo partido. La burguesía nacional china sí quiere realmente
este tipo de régimen constitucional, y anhela establecer en China la dictadura
burguesa; pero nunca lo conseguirá, pues el pueblo chino no lo desea, ni acepta
la dictadura uniclasista de la burguesía. Los asuntos de China tienen que ser
decididos por la gran mayoría de los chinos; el monopolio del Poder por la
burguesía ha de ser rechazado de plano>.
Y dicha advertencia del camarada Mao al pueblo
revolucionario chino, guarda toda si validez revolucionaria para la clase
proletaria panameña en los actuales momentos políticos de grave crisis
económica y política. ¿Echaremos en saco roto esta advertencia consecuentemente
revolucionaria que nos brinda el gran Líder Mao y pagada con sangre por el
pueblo chino? Muy mal haríamos si hiciésemos eso.
Pues, con igual mira es eso lo que hacen los
fascistas del Partido Panameñista y los socialfascistas del PRD, ahora
mancuernados en una alianza antinatura, cuando centran toda su propaganda, en el
ya clásico estilo goebbeliano de personificar el objetivo del contrario a
abatir (o ya abatido, luego de su descalabro electoral del 4 de mayo), sobre el
saliente presidente Ricardo Martinelli o a engañar (el pueblo, quién más).
¡Arena en los ojos del pueblo panameño! Hoy descubren el autocratismo y el personalismo
del martinellismo en la gestión de la cosa pública, sus métodos mafiocráticos
de combinar administración del estado e intereses privados, su populismo de
derecha. ¿Quién olvida los 30 años de latrocinios, saqueo del erario y
servilismo proyanquista del gobierno del PRD? Igualmente, ¿los métodos
mafiosos, los entrelazamiento espurios y la corrupción generalizada, el
servilismo de que hicieron gala impúdica con los invasores y su complicidad en
el asesinatos de miles de panameños que manchan en la memoria del pueblo
panameño a los dos gobiernos del Partido Panameñista postinvasión gringa?
Estos son, además, los que prometen ahora una
Asamblea Constituyente para “democratización” del país y un nuevo orden
constitucional y estatal. Cuando estos mismos partidos de capitalistas
compradores y burocráticos se complotan, obsecuentemente, para posibilitar el
retorno de la administración de esa empresa capitalista monopolista de estado
que es la ACP (Administración del Canal de Panamá) a manos del imperialismo
norteamericano, como pago por la aceptación USA de la instauración de un Estado
militar-fascista en Panamá.
Nosotros comunistas (marxistas-leninistas) de
Panamá utilizaremos está en cierne convocatoria a elecciones de la
Constituyente para enfrentar y derrotar esta nefanda intención antidemocrática
en daño del pueblo trabajador panameño. La utilizaremos para denunciar,
enfrentar y combatir intransigentemente esta conjura para imponernos es
contrarreforma del Estado y de la República oligárquico-fascistas. Con ellos
sólo podemos tener actitud de lucha, lucha y más lucha. Eso hasta que nuestra
clase, las masas campesinas y aquellas originarias, tan golpeadas y negadas en
su existencia nacionalitaria, con plena conciencia de sus necesidades inmediatas y generales y de las tareas
políticas que le incumben, marchen resueltamente por la senda de la revolución
de nueva democracia.
En definitiva, pese a la situación desventajosa de
nuestras actuales condiciones políticas de existencia y actividad política
–como pudiesen ser la existencia de una clase obrera y de una clase campesina,
en proceso de desintegración ésta última, huérfanas de derechos políticos
propios –como pudiesen ser el derecho de luchar por la toma del poder del
estado por el pueblo y de gobernar a la república sin la presencia de las
retrógradas clases oligárquicas-, dispersas socialmente por la falta de una
base industrial, desorganizadas y carentes de libertad de lucha sindical
independiente del poder policiaco gubernamental, con escasa experiencia
política de lucha independiente y revolucionaria y totalmente carente de una
conciencia de clase comunista, nos resulta forzoso y conforme a nuestros
principios revolucionarios proletarios y a las verdades universales del
marxismo-leninismo-maoísmo el aceptar el reto de las clases dominantes la
participación en la posible convocatoria a elecciones de la Asamblea
Constituyente.
Sólo que para nosotros comunistas
(marxistas-leninistas) toda nuestra eventual participación en ese torneo
objetivamente burgués por una Constituyente, queda sujeta a un claro sentido de
pleno poder para la misma, sea soberana e independiente, se reconozca
claramente nuestro derecho a la libre organización política, a nuestra libertad
de actividad y de propaganda sin cortapisa alguna.
En consecuencia, nuestro Partido, el partido
de los comunistas (marxistas-leninistas) de Panamá, exige la inmediata
convocatoria para las elecciones de la Asamblea Constituyente auténticamente
soberana e independiente del viejo Estado burgués oligárquico, del viejo
gobierno oligárquico-fascista. Ante la cual todas las viejas administrativas
del Estada y del gobierno recién encaramado, tras un vulgar fraude electoral,
deben renunciar, renunciar a los poderes que falsamente se han atribuido. Pues
ellos, dentro de los parámetros de la legalidad burguesa burocrático-semifeudal
y de la moral política por ellos establecidos, resultan reos de ilegitimidad y
de violación de las reglas democráticas de gobierno. ¡El recién instalado
presidente debe renunciar! ¡Todos los poltronudos de la Asamblea de Diputados
deben renunciar! ¡El mismo, tramposo e inmoral Tribunal Electoral debe
renunciar en Pleno!
Como también rechazamos esa burda, tramposa e
inmoral pretensión de los gobernantes y de los partidos burgueses tradicionales
de querer imponernos una constituyente paralela, subordinada al Poder Ejecutivo
¡Todo el poder debe ser entregado a la
Asamblea Nacional Constituyente!
Que quede claro de una vez por toda ¡No queremos una Asamblea Constituyente
Paralela! Los trabajadores y las amplias masas populares no quieren ni
aceptan constituyente paralela y subordinada al viejo poder oligárquico o
cualquier otra burda maniobra tendente a burlas una vez más la voluntad
popular. Si los partidos gobernantes como aquellos de la oposición oficial
persistiesen en imponer su burdo y engaño aborto antidemocrático ese, entonces
nuestro partido, el Partido Comunista (Marxista-Leninista) de Panamá se le
opondrá y combatirá intransigentemente. Llamaremos al pueblo no a la abstención
electoral, sino al boicot activo y a recurrir a todos los medios y formas de
lucha para hacerlo efectivo.
Por eso mismo, para cumplimiento de un tal
empeño, los comunistas (marxistas-leninistas) llamamos, desde ya, a todas las
fuerzas sociales y políticas del país a dar vida y organización al
abstencionismo de izquierda. Para que juntos, forjando un amplio Frente unido
de Acción atraigamos, convenzamos, eduquemos y organicemos a toda la gama del
abstencionismo popular antisistema oligárquico de poder. Anti-semifeudal, anti
capitalista burocrático y antiimperialista del país. A juntarse a nuestro
partido, a dar fuerza al Partido Comunista (Marxista-Leninista) de Panamá,
ayudarnos a llevar a término a este Partido Comunista, maoísta, el único aquí
en Panamá quiere verdaderamente marchar por la independencia nacional y la
nueva democracia popular hacia el socialismo.
¡Inmediata
convocatoria a las elecciones a una Asamblea Constituyente soberana y con
plenos poderes!
¡No a la espuria
constituyente paralela!
¡Todo el Poder a la
Asamblea Constituyente Democrática!
¡Constituyente ya,
para una Nueva República y un Nuevo Estado auténticamente democráticos y
populares!
¡Por la libertad
nacional para la patria, la libertad política para el pueblo y la libertad
social para los trabajadores!
¡Por la independencia
nacional y la nueva democracia popular hacia el socialismo!
Partido Comunista (Marxista-Leninista) de
Panamá.
2 de junio de 2014