lunes, 11 de julio de 2016

Tras el viejo cuento yanqui, de la guerra al terrorismo, Putin sinceriza la dictadura neofascista en Rusia




¿”Rusofobia”, dices? De eso nada. Ya Mao nos ha enseñado los revisionistas abren la puerta a una dictadura fascista, de tipo alemán.

El 7 de julio próximo pasado, del corriente, el presidente Vladimir Vladimirovich Putin –padrecito de toda la Rusia la pequeña- ha estampado su firma a la nueva ley antiterrorista, aprobada por la VI Duma  el pasado 24 de junio. Pasada bajo el marbete de su presentadora como “paquete Jarova”, la misma recoge toda una serie de medidas restrictivas de las libertades democráticas, los derechos ciudadanos y la figura toda nueva, inclusive para la legislación rusa tradicional –desde la restauración del capitalismo a partir de Nikita Krushov y sus inmediatos continuadores hasta Mevdediev- la penalización por no chivatear actividades terroristas, actividades pro-insurrección armada y tak dalia (así en adelante). So penas  de largos años de prisión hasta de por vida. A todas luces una legislación fascista y terrorista, violatoria inclusive del Derecho Internacional respecto el deber de los ciudadanos de defender, en cualquier forma,  la violación de sus libertades políticas, sociales y nacionales. Principalmente a quién está más interesada en la vigencia y ampliación de  la democracia y comprometida, de siempre, en la salvaguardia de su sagrado derecho a la rebelión, a la revolución: la clase obrera rusa.


De ahí que “detrás de la lucha contra la amenaza terrorista”, se oculta la espada de Damocles sobre las cabezas de los que serán calificados de  enemigos del sistema capitalista imperialista instaurado, reos desde ya de incitación al odio (odio de clase, se entiende) o a la hostilidad entre los grupos sociales (es decir, la lucha de clases). De otra forma dicha, dictadura naziista, de marchamo putiniano, del capital monopolista de estado ruso que se blinda, así, contra la revolución proletaria, contra una cualquier veleidad en el cercano futuro de  propiciar una Segunda edición de la revolución socialista soviética.

Nuestro Maestro el camarada Stalin les ha enseñado cómo han de hacerla... ¡y lo harán!