por Quibian Gaytan
"Las reputaciones mal fundadas no son
merecidas y no hay que tratarlas con
miramientos. Más aún: conviene des-
truirlas".
Jorge V. Pléjanov
A modo de presentación
Como el profesor Olmedo Beluche, un prolífico tratadista en Panamá de la cuestión nacional, ha escrito un artículo sobre el tema allá por el año 2007 y en la cual intenta demarcarse de la visión liberal dominante al respecto de dicha cuestión a partir de su particular interpretación del marxismo y en la cual, en mi opinión, ha hecho concesiones de principios y reafirmado su alejamiento de los postulados de la teoría marxista-leninista de la nación me he sentido obligado a darle una respuesta. Mi artículo de respuesta, por razones diversas, no pudo publicarse en ese entonces. Luego, mí Partido ha decidido reproducirlo en la forma de folleto y darlo a su distribución. Por desgracia, no pasó de buenos deseos y allí quedó acumulando polvo.
Hoy, dado el hecho de que ningún intelectual reclamado de las posiciones del marxismo-leninismo ha osado durante ese tiempo darle respuesta a los errores contenidos en dicho artículo, me considerado con el derecho de reproducir mi artículo polémico. Eso con ligeras correcciones y precisiones, sin alterar la crítica a su interpretación teórica de la cuestión nacional en Panamá y de América Latina, así como los fundamentos ideológicos del mismo.
Dos visiones y dos líneas en la Cuestión de la nación
Desde hace algunos años, centralmente desde que en la Universidad de Panamá se abrió la cátedra de Sociología, iniciativa pedagógica indudablemente positiva, casi espontáneamente se ha colocado en primer plano la temática del enfoque sociológico de la cuestión de la nacionalidad, en general, y sobre la nación panameña en particular.
No obstante, lo indudablemente positivo de sus aportes académicos y metodológicos al estudio de tal en Panamá, fallan en su conceptualización de dicho fenómeno social. Esto ocurre dada su inclinación a sobrevalorar el aspecto "metodológico" en desmedro de la concepción teórica general. Sacrificando la Concepción y la Orientación General, que deben servir de base y guía a la investigación en el terreno, a la aplicación de la ciencia social particular. Basando su criterio expositivo en una ruptura arbitraria entre la Sociología, como ciencia social específica, y Materialismo Histórico, ciencia de las leyes generales del desarrollo histórico de las formas sociales. Reduciendo el Materialismo Histórico a una ciencia social concreta más, y elevando la Sociología a una teoría general no adaptable a la visión y orientación general materialista ni a la metodología dialéctica marxista-leninistas.
Preconizan, así, una presunta independencia de los respectivos campos de investigación y conceptualización. Empantándose en las tremendas limitaciones que suponen, por ejemplo, el economicismo, el historicismo o el sociologismo formalista. Es decir en un sobredimensionamiento de la singularidad de los rasgos o económicos, o sociales, o ya históricos conformantes del fenómeno "nacional", postulando su estudio diferenciado y con lo cual introducen la errónea e idealista teoría de los factores.
Con ésta última, y en esa postura hace parte el profesor Beluche, tomar como excusa la búsqueda de superar el consagrado esquema liberal, unidireccionalista, subjetivista y apologético de "un sólo territorio, una sola bandera", unilateralizando el factor territorial (la sopeteada posición geográfica del Istmo) de siempre caballo de batalla del nacionalismo liberal-burgués panameño, para introducir el esquema de la visión sobreestructuralista de la nación como conglomerado unificado étnico-cultural con vocación supranacional socializante. Pero, si apartásemos la hojarasca ideologista de su fondo real, entonces, se nos hace evidente lo concesionista de su postura.
Dado que su óptica conceptual, de hecho revisionista, no va más allá de un tintineo intelectualista teñido de populismo liberalizante o cuanto más un liberalismo socialdemócratizante. No osante romper con el cordón umbilical que le liga a la concepción y línea liberal burguesa, el cual por su base semifeudal, cosmopolita y pro-imperialista y dada su bancarrota de cara a darle solución a la cuestión a un capitalismo industrial moderno y a un Estado nacional independiente, con lo que le resulta una visión nacional reformista y pseudodemocrática. Que no yendo más allá de un estéril subjetivismo anti-Estado-nación, se desliza a una vergonzante postura anarco-liberal teñida de marxismo, muy alejada teórica y prácticamente de las posiciones sentadas por la teoría marxista-leninista de la nación.
Esta "nueva" línea de lo nacional, que no-visión, proyectada por Beluche, hunde sus raíces cognoscitivas e históricas, vía Ricaurte Soler, en los aportes de personalidades como Belisario Porras, Eusebio A. Morales, Moscote y otros prohombres del liberalismo criticista "panameño", que conciben a la nación panameña como una distorsión histórica. Idea dictada o bien por un apenas velado (gran)colombianismo trasnochado, o bien subsumiéndola en una pretendida (súper)nacionalidad iberoamericana. El profesor Olmedo Beluche, hoy, asume el papel de su aplicador más celoso.
Sobre esto de la nación, su definición y la relación dialéctica de sus elementos constitutivos, dejo por sentado que, aquí en Panamá como en el resto del mundo, hoy a inicios del siglo XXI, continúan existiendo sólo dos visiones generales, dos orientaciones generales y dos modo de actuar en correspondencia: La visión proletaria de la nación, la marxista-leninista de definirla y del camino revolucionario de su superación, por un lado; del otro, la de todos aquellos que hacen suya la visión general que la burguesía tiene de la misma, la que encuentra su fundamentos teóricos en las elaboraciones antimaterialistas y antirrevolucionarias de los alguna vez llamados "austromarxistas", Otto Bauer y Karl Renner (sin que esto signifique, de modo alguno, el soslayamiento de la visión de lo nacional que tienen los ideólogos imperialistas yanquis, cada vez más insidentes en Panamá).
Esas dos escuelas siguen siendo una realidad política, aunque los señores profesores de Sociología se empeñen en negar o embrollar la cuestión de ¿qué relación guardan entre sí los diversos elementos constitutivos que definen a la nación?
La cosa es clara. No caben los subterfugios, ni las maniobras escapistas. La tan mentada noción "nación-cultura", tan cara a los sociólogos de una dada escuela de interpretación "marxista", por la que se asigna a la cultura nacional un rasgo distintivo sobre los demás elementos definitorios de dicha comunidad humana, se cobija bajo el paraguas de la baueriana "apercepción nacional, forma especial de la ley general de la continuidad de la conciencia humana" y de la definición de la nación como "unión de hombres que piensan y hablan del mismo modo... la comunidad cultural de un grupo de hombres contemporáneos no vinculada con el +suelo+" (Karl Renner). Esto es, en la visión y línea del idealismo objetivo histórico, de matriz hegeliana y no en la materialista histórica.
No sin razón Lenin, en su momento, estigmatizó a dichos "austromarxistas" como portadores dentro del Movimiento Obrero de una idea "perniciosa e incluso antidemocrática" y que la misma "está en pugna con el internacionalismo del proletariado, y sólo responde a los ideales de los pequeño-burgueses nacionalistas..." El profesor Beluche, si es un intelectual serio y "bolchevique leninista" como se reclama, nos debe una explicación. Ello porque para los marxistas-leninistas,
"Claro está que no existe, en realidad, ningún rasgo distintivo UNICO de la nación. Existe sólo una suma de rasgos distintivos, de los cuales, comparando unas naciones con otras, se destacan con mayor relieve éste (el carácter nacional), aquél (el idioma) o el otro (el territorio, las condiciones económicas). La nación representa la combinación de todos estos rasgos tomados en conjunto...".
STALIN SIEMPRE STALIN
Es como si fuese un tic nervioso. Según él: " la definición clásica de José Stalin, quien, en una de sus pocas obras memorables, y que luego pisoteó como estadista, dice: “¿Qué es una nación? Una nación es, ante todo, una comunidad,..., Nación es una comunidad estable, históricamente formada, de idioma, de territorio, de vida económica y de psicología, manifestada ésta en la comunidad de cultura...”. Esto es un pegote, dado que no aclara nada sobre su propia definición y si dice mucho a dónde apunta con su cita. Pero, además, no lo olvidemos por ningún momento, me atrevo a apostar, el profesor Beluche cita a Stalin de oídas dado que nunca ha leído dicha obra. Como ni tan siquiera se ha molestado en pasar sus púdicos ojos sobre una sola obra de la copiosa bibliografía sobre la construcción del socialismo y el tratamiento de la cuestión nacional en la Unión Soviética, sus problemas y el modo como lo han resuelto los bolcheviques rusos exitosamente, lo que no le impide manifestarse con arrogancia frente al líder soviético.
Para deshacer la falsedad calumniosa respecto a la capacidad teórica de Stalin y sobre la supuesta escasez de su producción Marxista-Leninista "meritoria", déjeme enumerarle sus Obras sólo sobre la cuestión nacional y la manera como la ha aplicado en la URSS:
Para deshacer la falsedad calumniosa respecto a la capacidad teórica de Stalin y sobre la supuesta escasez de su producción Marxista-Leninista "meritoria", déjeme enumerarle sus Obras sólo sobre la cuestión nacional y la manera como la ha aplicado en la URSS:
1. Como entiende la socialdemocracia la cuestión nacional. 1904.
2. "El marxismo y el problema nacional". Marzo-mayo de 1913.
3. "Informe sobre el problema nacional ante la VII Conferencia Pan-rusa". 29 de abril de 1917.
4. "La revolución de octubre y el problema nacional". 1918.
5. "La política del poder soviético respecto al problema nacional". Octubre de 1920.
6. "Sobre las tareas inmediatas del partido respecto al problema nacional". 1921.
7. "El planteamiento del problema nacional". 1921.
8. "La revolución de octubre y la política nacional de los comunistas rusos". 1921.
9. "Sobre la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas". 1922.
10. "Los factores nacionales en la construcción del partido y del Estado". 1923.
11. "Discursos con los militantes y responsables de las repúblicas y regiones nacionales"1923.
12. "Sobre las tareas políticas de la Universidad de los pueblos de Oriente". 18 de mayo de 1925.
13. "Una vez más sobre el problema nacional". Abril de 1925.
14. "Contribución a la cuestión del método proletario de resolver el problema nacional".
15. "La cuestión nacional y el leninismo". Marzo de 1929.
16. "Sobre las desviaciones en el terreno del problema nacional". 1930.
17. "Sobre las desviaciones hacia el nacionalismo". Enero de 1934.
18. "Sobre el proyecto de la Constitución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas". 1936.
19. Otros trabajos menores.
Leasla, por favor, deje la pereza mental, que mucho aprenderá de ellas. Pero, para Usted, un profesor con ideas preconcebidas, esta recomendación mía le parecerá incitación al pecado. Dado que Usted ya tiene un juicio formado sobre él, establecido como una verdad absoluta e inamovible: Stalin aunque autor de “Obras Memorables”, dada su condición de teórico marxista-leninista -fue él precisamente quien justamente consagró el pensamiento de Lenin como Marxismo-Leninismo, segunda etapa del desarrollo del Marxismo-, NECESARIAMENTE debía actuar contra el espíritu y la letra del Marxismo-Leninismo. Esto no es una afirmación deducida del análisis científico del personaje y de sus realizaciones, sino del prejuicio antistaliniano que se pesca a manos llena en los ambientes trotskystas. Ello le exime, supuesto derecho de libertad de opinión, de hacer el menor intento de probar sus acusaciones. Para él Stalin necesariamente deberá actuar mal, hiciese lo que hiciese.
"El socialismo, como sociedad superior al capitalismo, no puede sostenerse ni prosperar, como pretendió Stalin, dentro de una nación. Esto ya se demostró un fracaso", con suficiencia nos alecciona Beluche. Suficiencia que no puede ocultar la ignorancia del señor profesor. En primer lugar, porque eso de "socialismo en una nación", perdóneme Usted la expresión, es un bulo. Stalin nunca pretendió construir el socialismo en una nación, sino "en un país"; además, tal idea concretada en línea general de edificación socialista es de Lenin y no de Stalin. Este último la llevó a cumplimiento en la URSS, y eso en ¡menos de treinta años!
En segundo lugar, la URSS no estaba conformada por "una nación" sino por 104 naciones, nacionalidades y etnias. Un tal patinazo, sobretodo viniendo de un profesor de Sociología, resulta remarcable. Tal desgracia le ha ocurrido por no meditar sobre lo que ha "copiado" a-críticamente a su Maestro. Todo el largo período de existencia de la URSS (1917-1956), como Estado multinacional socialista, como de la formación del Campo Socialista, hasta que fueran cortados por los traidores revisionistas kruschevistas y tengsiopinistas, y, de modo alguno considerable un "fracaso", demuestra, además de la falsedad de tal aseveración, el papel cómplice del movimiento trostkysta internacional con esos usurpadores burgueses (Kruschev, Gorbatchov y Yeltsin) enterradores del Socialismo en la Patria de Lenin y Stalin.
Por otro lado, Usted, gran admirador de Fidel Castro y amigo de la revolución cubana, explícitamente niega la existencia de Cuba Socialista, por en los primeros años luego del triunfo de la revolución popular. ¡Ese "aberrante" ejemplo del socialismo en sólo país en el siglo XXI! "Es imposible argumentar... (¿contra?) esquemas de dominación diseñados desde Washington.., contraponiendo un estilo de integración distinto, como el que Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua intentan, la llamada Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), sin recuperar la lucha por la unidad y su fundamento: que somos una nación fraccionada, que para liberarse, debe unirse". (El subrayado es mío. N. d. Q. Gaytan). Más adelante, rompiendo la hilazón de su discurso y en flagrante revisión del trotskysmo, dado que Trotsky ha hablado de eso como "programa proletario" y no del de la burguesía nacional, dice: "Esa es la base objetiva que sostiene y da fuerza hoy, en pleno siglo XXI, a la propuesta bolivariana, especialmente la impulsada por el presidente Hugo Chávez". Entonces, ¿En qué quedamos, se puede o no se puede? Aquí la contradicción lógica, subjetiva, pone patas arriba a la contradicción objetiva, real.
¿Cómo sale nuestro respetabilísimo profesor de su atolladero? Sencillo, como todo jugador de feria sacándose de la manga un as fuera de las reglas del juego. Y su naipe fullero resulta ser que: "Desde la perspectiva que defendemos, la base objetiva, real, es que Hispanoamérica constituye una nación fragmentada en una veintena de repúblicas". "Latinoamérica es, toda ella, una nación oprimida... propugnar por la unidad estatal de un mismo pueblo fragmentado en veinte estados... por ende, la lucha que desde aquí llevamos a cabo por el socialismo, es decir por una sociedad verdaderamente humana la recuperación del concepto social (¿Materialista Histórico?. Lo dudo. Sociológismo formalista, en el mejor o peor de los casos. N. m., Q. Gn.) nación cultura, y del bolivarismo como práctica política, como base de la unidad y liberación de nuestros pueblos, es un aspecto, un momento, de nuestra lucha global por la unidad y la liberación de toda la humanidad". Solución en la que se insinúa, bajo la cobertura de una cita instrumental de Lenin -citado a la "manera" de Beluche- y salpimentada con una sarta de frases generales y hueras (Tales como, "el socialismo brega por la libertad y la igualdad real para todo el género humano, sin distingos nacionales", " propugnar por la unidad estatal de un mismo pueblo", "unidad latinoamericana, una fase de lucha por la liberación humana"), encaminadas a sustentar la obsolescencia de los reales Estado-naciones en América. ¡Y después se ofenden, sobremanera, porque se les señala como portavoces del imperialismo!
Pero aquello le resulta necesario, virtud de los hacedores de frases hueras, para subsumir los movimientos nacionales de liberación antiimperialista concretos de los países, naciones y pueblos americanos en un conglomerado de fantasmagóricas naciones-culturales, a una difusa Federación socialista iberoamericana.
En fin, pagarle con la misma moneda al reaccionario nacionalismo cosmopolitista de la capa dirigente de la minoría nacional blanca de origen europeo dominante en todos estos países, con el nacionalismo no democrático, monroístas por contenido, de las capas inferiores de dicha minoría nacional descendiente de los invasores. Cubriendo éste nacionalismo con el manto "socialista latinoamericanista y bolivarista", pasado por el "antinacionalista" nacional Beluche como "marxismo" (Aunque públicamente tanto Chávez, como Ortega, Lula y todos los demás lo hayan rechazado explícitamente). Para edulcorar tal cucharada de hiel, nuestro profesor derrama toda su fraseología alrededor este "socialismo humanista", para hacer pasar de contrabando su particular visión nacionalista pequeñoburguesa.
Y tal es el objetivo ideo-político de la elástica fórmula, alrededor de la cual gira toda su argumentación, de recuperar "un concepto de nación que nos sea útil a esa lucha", con lo que refleja palmariamente todo su pragmatismo y eclecticismo anti-materialista histórico. En fin, Beluche supera al camarada Stalin no sólo negándolo simple y llanamente, sino que zambulléndose en la especulación de los idealistas subjetivos Humbold y Schiller y sus sucesores en la misma onda filosófica y política (Hegel, Herder, Ranke, Bauer y Renner). Con ello nos demuestra cuán lejos en la importante Cuestión Nacional está no ya del Marxismo-Leninismo, del cual nunca ha sido parte, sino del Marxismo.
LA POLEMICA DE LENIN Y TROTSKY, 1915-1917
Pero, él no se ha inventado nada. Dichas ideas no le caen del cielo. En eso sigue a su maestro. Trotsky, en vano intento de rebajar el genial descubrimiento científico de V. I. Lenin, quién en efecto había escrito en 1915 que, "La desigualdad del desarrollo económico y político es una ley absoluta del capitalismo. De aquí se deduce que es posible que el socialismo triunfe primeramente en unos cuantos países capitalistas, o incluso en un solo país capitalista, El proletariado triunfante de este país, después de expropiar a los capitalistas y de organizar la producción socialista dentro de sus fronteras, se enfrentaría con el resto del mundo, con el mundo capitalista, atrayendo a su lado a las clases oprimidas de los demás países, levantando en ellos la insurrección contra los capitalistas, empleando, en caso necesario, incluso la fuerza de las armas contra las clases explotadoras y sus Estados." (Lenin, La consigna de los Estados Unidos de Europa. O. E., p. 687. El subrayado es mío, Q. Gn.); idea completada al año siguiente, 1916, "El desarrollo del capitalismo sigue un curso extraordinariamente desigual en los diversos países. Esto es una consecuencia inevitable del régimen de producción de mercancías. De aquí la conclusión inmutable de que el socialismo no puede triunfar simultáneamente en todos los países. Empezará triunfando en uno o en varios países, los demás seguirán siendo, durante algún tiempo, países burgueses o preburgueses. Esto provocará, necesariamente, no sólo rozamientos, sino incluso la tendencia abierta de la burguesía de los demás países a aplastar al proletariado triunfante del Estado socialista. En tales condiciones, la guerra sería, de nuestra parte, una guerra legítima y justa. Sería una guerra por el socialismo, por liberar de la burguesía a los otros pueblos." (Del artículo titulado El programa militar de la revolución proletaria. Citado en "Historia del PC (bolchevique) de la URSS, edición no revisionista, pp. 197-198. El subrayado es mío, Q. Gn), en velada polémica con él, sentando base ideológica de antemano para la lucha que entablará más adelante contra el Partido Bolchevique, escribe en su artículo El derecho de las naciones a la autodeterminación, de mayo de 1917, lo siguiente:
"En otras palabras, para que los polacos, los rumanos, los serbios, etc., puedan formar unidades nacionales libremente, es preciso que sean destruidos los límites estatales que actualmente los dividen, que el marco del Estado se amplíe en una unidad económica, pero no como organización nacional, que englobe a toda la Europa capitalista. La unificación estatal de Europa es claramente la condición previa para la autodeterminación de las pequeñas y grandes naciones de Europa. Una existencia cultural nacional despojada de antagonismos económicos y nacionales y basada sobre una autodeterminación real sólo es posible bajo el amparo de una Europa unida democráticamente...
"Esta dependencia directa e inmediata de la autodeterminación nacional de los pueblos débiles del régimen colectivo europeo, excluye la posibilidad de que el proletariado plantee cuestiones como la independencia de Polonia o la unificación de todos los serbios al margen de la revolución europea... Los Estados Unidos de Europa, sin monarquía, sin ejércitos permanentes y sin diplomacia secreta, constituyen la parte más importante del programa proletario... Y ahora, tras los inicios tan prometedores de la revolución rusa, tenemos buenas razones para esperar que un poderoso movimiento revolucionario se extienda por toda Europa. Está claro que tal movimiento no podría tener éxito, desarrollarse y vencer más que como movimiento general europeo. Aislado entre los límites de sus fronteras nacionales estaría condenado al fracaso... La esperanza de la revolución rusa estriba en su propagación a toda Europa... En otras palabras, la instauración de un régimen de dictadura del proletariado estable sólo sería concebible a escala europea, bajo la forma de una Federación democrática europea (¿Sé ha dado cuenta el lector del juego de mano del profesor Beluche, ha cambiado “democrática” por “socialista”, Nd. Q. G.)... Los Estados Unidos de Europa son la consigna del período revolucionario en el que hemos entrado... fórmula política de la lucha por el poder. Mediante este programa se expresa el hecho de queel Estado nacional ha quedado desfasado, como marco para el desarrollo de las fuerzas productivas, como base de la lucha de clases, y por lo tanto como forma estatal de la dictadura proletaria... Ver las perspectivas de la revolución social en los límites nacionales significa sucumbir al mismo espíritu nacionalista estrecho... De forma general, no hay que olvidar que en el social-patriotismo al lado del más vulgar reformismo hay un reformismo activo, un mesianismo revolucionario nacional que consiste en considerar a la propia nación como el Estado elegido para conducir a la humanidad al "socialismo" o a la "democracia", aunque no sea más que bajo su forma industrial o democrática y orientada hacia las conquistas revolucionarias. Defender la base nacional de la revolución por tales métodos, que perjudican las relaciones internacionales del proletariado, equivale realmente a minar la revolución, que no puede comenzar más que sobre una base nacional, pero que no podría completarse sobre esta base dada la actual interdependencia económica, política y militar de los Estados europeos...". (Lo subrayado es mío. Q. Gaytan). Como podemos ver, Beluche dogmatiza un dogmatismo que la realidad política, a todo lo largo del siglo XX, ha demostrado falso.
De esa larga parrafada de Trotsky, aunque brevemente, quisiéramos remarcar las siguientes perlas:
Inicia su artículo haciendo referencia a: "Para muchas naciones, si no es para la mayoría de las naciones oprimidas... el sentido de la autodeterminación es el desmembramiento de los Estados actuales". Afirmación límpida la suya, pero, ¿a qué viene, aquí, eso de "desmembramiento" del Estado? Si no es para asustar y empujar a los campesinos y patrioteros pequeños burgueses hacia el unitarismo estatalista de la gran burguesía. Fue un poco el mismo recurso demagógicamente utilizado, en 1936, por el dirigente fascista español Calvo Sotelo cuando señalaba que prefería una "España roja antes que rota" y que le ameritó la digna respuesta de Larrañaga, fundador del Partido Comunista de Euskadi:
"Calvo Sotelo sabe, y ahí tenéis el ejemplo de la URSS, que una España roja será precisamente eso que él detesta: una España rota, es decir, una Federación, una Unión Ibérica de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Ni más ni menos que la Rusia roja, la Rusia soviética que hoy es la Unión de Repúblicas Socialistas, la URSS, en lugar de la 'tradicional' Rusia unitaria del zar. La España trabajadora, victoriosa, roja, es precisamente la España imperialista rota. Y Euskadi libre, y Cataluña libre y Galicia libre". (El subrayado es mío. Q. Gn.)
Hacemos nuestra enteramente estas palabras del camarada Larrañaga. Nosotros marxistas leninistas nunca hemos preconizado o nos hemos comprometido con la salvaguardia de la integridad o la unidad del Estado nacionalmente opresor, como tampoco a respaldar incondicionalmente toda aspiración de la burguesía colonial a crear Estado nacional independiente. Si ésta, la burguesía nacional colonial, quiere erigir su Estado nacional, lucha revolucionariamente para lograrlo, entonces nosotros apoyaremos esa lucha pero de modo alguno estamos obligados a identificarnos con ella. Eso mismo es lo que afirmará Lenin, luego de la revolución de Octubre, en polémica con el trotskista Piatakov que consideraba el derecho de la autodeterminación nacional un "lema burgués",
"Nos dicen que Rusia será dividida, que se deshará en repúblicas separadas, pero no hay razón para que ello nos asuste. Por muchas repúblicas independientes que haya, no nos asustaremos; lo que es importante para nosotros no es por dónde pase la frontera del Estado sino que la unión de los trabajadores de todas las naciones se conserve para la lucha contra la burguesía de cualquier nación".
A los trabajadores de la nación oprimida le importa un bledo la sacralidad de la soberanía estatal de la burguesía imperial colonialista o de la burguesía nacional neocolonizada. Las guerras nacionales de liberación, como aquellas populares revolucionarias, lo han estado haciendo todos los días desde hace muchas décadas. Nos interesa la existencia del Estado nacional y democrático, en la medida en que él crea un campo favorable para impulsar la lucha de clase de las clases trabajadoras por el socialismo. Por eso y sólo por eso, combatimos a cualquier enemigo del Estado nacional burgués o quién menoscabe su unidad, soberanía e independencia nacional, o los derechos democráticos. No prevengo a la intención, sino a la inconsecuencia con los principios del marxismo-leninismo en esta cuestión.
Además, contra su pronóstico, sobre las ruinas de los imperios alemán, austro-húngaro y ruso, los polacos, rumanos y serbios han creado sus propios Estados nacionales burgueses en un primer momento y, de seguido, Estados naciones socialistas y en el caso de Serbia un segundo Estado Multinacional Socialista en el mundo postSegunda Guerra Mundial (iniciativa que también han realizado los Checos-Eslovacos). Esto sin que las susodichas naciones se hayan sentido obligadas a esperar sentadas a la tal "Europa Unida Democrática", que por demás nunca llegó a existir.
Y prosigue Trotsky señalando, a renglón seguido, investido del papel de Domine Magister de la democracia pura, que la única manera de conocer la voluntad de una nación es a través de un "referéndum". Indudablemente el recurso a tal mecanismo consultivo, dentro de un régimen democrático burgués, es correcto pero siempre incompleto. Ya que no explica las condiciones política en que se efectuará. La clase dominante, por lo general la nación dominante, sigue manteniendo su control monopólico del poder del Estado nacionalmente opresor.
Trotsky, por otro lado, no deja en claro la cuestión de ¿Quién organiza dicho "referéndum": La nación opresora o la nación oprimida? Ese "olvido" es inexcusable en ese "gran" teórico, tomando en cuenta que para sus discípulos Trotsky pasa por ser superrevolucionario y súperclarividente, ya que para arrancar la autodeterminación nacional real y no sólo el "derecho" el pueblo de la nación oprimida debe poseer la voluntad revolucionaria y la fuerza material (fusiles y cañones, principalmente) para obligar a los conculcadores de la misma. Además, complementariamente a eso, él oculta que la "voluntad" de una nación también se puede expresar a través o al culmine de una guerra nacional de liberación, esto también es una forma democrática de consulta tan auténtica como la otra. Enceguecido por su insuperable Eurocentrismo, él soslaya a las naciones de las colonias fuera de Europa y sojuzgadas por ella. Con lo que viene a decirle a los pueblos y naciones oprimidas, algo así como que ¡Ahórrense las consecuencias de una guerra revolucionaria sangrienta, esperen que la "Europa Unida y democrática" les concederán su independencia!
Como hemos visto, más arriba y con respecto al derecho de las naciones a la autodeterminación, en él sólo se toma en cuenta el dominacionismo y las rivalidades entre las grandes potencias imperialistas, sus intrigas diplomáticas para invalidar o desviar ese derecho, lo que indudablemente desempeña un papel determinante, pero, lo decisivo es la guerra popular revolucionaria de liberación de la nación oprimida sea en Europa, América del Norte, o sea en el Tercer Mundo. Máxime cuando la revolución de liberación nacional desde entonces forma parte de la revolución proletaria mundial.
Es de destacar esa expresión sobre la cual gira su argumentación, y que el profesor Beluche hace suya, de la "existencia cultural nacional" mediante la cual ambos ligan su destino a la escuela psicologista de la nación. ¡Carguen su fardo muerto y dejen el marxismo aparte!
Pero, sobre todo, no hay que olvidar que Trotsky escribe éste artículo en ¡1917! No en 1915 o en 1916. Cuando la Primera Guerra Imperialista Mundial ha entrado en su fase final, la Crisis General del Sistema Capitalista ha profundizado y agudizado las contradicciones económicas y políticas al extremo; cuando la transformación de dicha guerra en guerra civil, proclamada por Lenin y los bolcheviques rusos, desde septiembre de 1914, es una realidad: ¡Ha estallado ya la segunda guerra civil en la Rusia zarista, la revolución democrática de Febrero!.
En una situación tal, "las intrigas de las potencias imperialistas", por convencieras, hipócritas y taimadas que sean, no pueden invalidar la justeza de tomar las armas en una guerra popular de liberación nacional.
En la época del imperialismo, más en la época del imperialismo y de la revolución proletaria mundial, el "principio nacional" es un elemento imprescindible de la marcha hacia la revolución y la internacionalización socialistas. Es, precisamente, lo que preconiza Stalin, teoriza y lleva a la práctica, al marcar el paso de la necesidad de la edificación socialista de la Unión Soviética, como peldaño o base de apoyo nacional de la expansión de la Primera Ola Revolucionaria comunista internacional. Pero, es en esos precisos momentos que Trotsky dogmatiza la tesis marxista del "carácter internacional y simultáneo" de la revolución socialista en Europa, para enfrentarla a las consecuencias revolucionarias prácticas de la teoría sobre la Ley del desarrollo económico y político desigual descubierta y proclamada por Lenin.
Trotsky, golpeado entre ceja y ceja por dichos artículos, en su respuesta, como es su costumbre ya, y lo será mucho más con referencia a nuestro camarada Stalin posteriormente, dirige sus dardos emponzoñados y maledicentes contra Lenin. Acusándole de "nacionalismo estrecho", "socialpatriotismo", "aliado del reformismo activo", de "mesianismo revolucionario nacional" y otras lindezas por el estilo.
Dejemos aquí cerrada esta histórica polémica. Y prosigamos.
EL NACIMIENTO DEL PRIMER ESTADO MULTINACIONAL SOCIALISTA SOVIÉTICO
El 7 de noviembre de 1917 los obreros y campesinos de las diversas nacionalidades conformantes del ex-imperio zarista, dirigidos por el Partido Comunista de Rusia (bolchevique) de Lenin y Stalin, han tomado el poder e instaurado el régimen soviético.
Uno de los primordiales cometidos políticos lo ha sido organizar la lucha por liberar a las naciones y pueblos del opresivo yugo de la "madrecita Rusia", baluarte del dominio autocrático feudal-imperialista. La revolución bolchevique, más conocida universalmente como Gran Revolución Socialista de Octubre, ha tomado como punto de partida la supresión de las viejas naciones burguesas y su transformación en naciones socialistas, naciones cualitativamente diferentes. ¿En qué consistían dichas diferencias? Ellas consistían en que una nueva clase, la de los obreros, era la nueva fuerza hegemónica y dirigente política y nacional; dirigida, a su vez, por un partido intransigentemente revolucionario e internacionalista; ellas se distinguían radicalmente, por su fisonomía espiritual y político-social, a las viejas naciones burguesas, y; porque les era inherente, por vocación consciente, una ideología internacionalista marxista-leninista.
La identidad de las naciones y nacionalidades recién liberadas del yugo zarista-capitalista sólo podía darse sobre la base de la libertad, igualdad y amistad de las mismas y desembocar en el nacimiento de una Unión Multinacional de Estados Socialistas Soviéticos, nuevo y superior tipo de Estado naciones, socialistas, camino necesario en la superación del agotamiento histórico, y políticamente en Rusia, del Estado-nación capitalista.
Como garantía de cumplimiento de tales principios y tareas, el camarada José V. Stalin fue nombrado como Comisario (algo más que los tradicionales ministros de las Repúblicas burguesas) para las Nacionalidades. El camarada Stalin, como hemos visto más arriba, ha sido escogido para tal cargo dado que era una especialista en la cuestión nacional por sus elaboraciones teóricas y su vasta experiencia práctica-política con las nacionalidades caucasianas y otras.
En el transcurso de la afirmación de la revolución socialista en numerosas regiones del ex-imperio zarista y al calor de la feroz guerra civil y antiintervención imperialista, fuese impulsando el amplio proceso de unificación de las cada vez más liberadas regiones y comarcas organizadas en Repúblicas Soviéticas. Tocole, en consecuencia, al camarada Stalin comisario de nacionalidades proyectar la nueva Constitución política contemplante de todos los derechos de las naciones, nacionalidades, etnias y poblaciones del conglomerado soviético, unificadas por voluntad soberana propia y sustentada en las armas que han empuñado, la que tendrá como corolario el nacimiento del primer Estado Multinacional Socialista del mundo, la URSS.
Así, el 30 de diciembre de 1922, es realizado el I° Congreso de los Soviets (Consejos, Cabildos) de la URSS. Dada la enfermedad de Lenin, por la cual no pudo asistir al histórico evento, fue Stalin quién presentó el Informe ante los 2,215 delegados al Congreso, dar lectura a la Declaración y al Tratado de formación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Basada en claros postulados jurídicos establecidos internacionalmente nacía la URSS como un Estado federal e inspirada en los principios bolcheviques y del internacionalismo proletario, de siempre postulados por Lenin y Stalin, y que en su II° Congreso de Enero de 1924 aprobó la Carta Magna del nuevo Estado unitario estableciendo como elementos necesarios a una justa, democrática y socialista solución de la cuestión de las naciones los siguientes articulados,
- Su adhesión voluntaria al nuevo Estado, entidad igualitaria y soberanía, igualdad de derechos y deberes, basada en el centralismo democrático;
- Libertad de adhesión y de salida de la unión para cada República;
- Competencia de la Unión en los asuntos de política y comercio exterior, defensa y organización militar;
- Reconocimiento del Comité Ejecutivo Central de la URSS como órgano principal del Estado, compuesto por el Soviet de la Unión y el Soviet de las Nacionalidades;
Los 39 años de existencia de la URSS, primero bajo la conducción de Lenin y después de Stalin, como de labor titánica en la construcción de la sociedad socialista Soviética, proceso que ha reflejado la participación política y productiva consciente de las masas trabajadoras de las diferentes nacionalidades, expresados en estimulo, libre desarrollo, protección y respeto de la historia, culturas ancestrales de las naciones y pueblos, aún de los grupos étnicos más pequeños fueron rescatados y salvaguardados de cara a su asimilación y desaparición. Demuestran, palmariamente, la justa y correcta visión de nuestro camarada Stalin, así como su consecuencia en la aplicación de los principios marxistas en la cuestión nacional.
Diga el profesor Beluche lo que quiera, la historia le desmentirá. Díganos Usted, respetabilísimo profesor, ¿cuándo, cómo y a qué nacionalidad vulneró Stalin sus derechos? Sí sus críticas -ataques, más bien- están justificadas, tenga por seguro, nosotros comunistas la aceptaremos. Pero, si son calumnias (¡lo son!) tenga por seguro le desenmascararemos. ¿O es que cree que nosotros, comunistas orgullosamente maoístas-stalinistas, somos peces flotando en un estanque?
Hoy es de moda, vomitable galardón, escupir y renegar de la experiencia histórica de la construcción del socialismo en la URSS, de la teoría marxista-leninista de la nación, de la ineluctabilidad de levantar a las naciones socialistas y del papel de nuestro camarada José Vissarianovich Stalin como constructor de historia. Cobardía intelectual o pasaje descarado al anticomunismo. La gran obra de Stalin la edificación de la URSS, faro para todas las naciones aún hoy oprimidas por el capitalismo y el imperialismo, se nos manifiesta más que la proyección de estrechez mental, al contrario, como la comprensión exacta de las tareas emancipatorias manifestada en un proyecto "nacional", como señala el intelectual marxista-leninista-maoísta boliviano Jorge Echazu A., " que en realidad fue multinacional, del socialismo, tuvo una duración de sesenta años de plenos éxitos y grandes realizaciones, pero fue demolido por la restauración capitalista que ha convertido esa grandiosa unión socialista de naciones en un enorme conglomerado miserable de estadillos mendigos capitalistas más pequeños que las repúblicas, bananeras o jefatos del Golfo árabe-pérsico".
El tema del Campo Socialista Inter-nacional, su importancia y su significado histórico, aunque aquí no se haya alcanzado a edificar, por la traición de los revisionistas modernos, un Estado Socialista Multinacional Mundial lo dejo aquí para que sea tratado por teóricos más competentes que yo.
¿Unidad de la nación iberoamericana o unidad socialista de toda América?
El profesor Beluche, tomando como carta de ley las aseveraciones de un autor argentino, viene a señalarnos que: "en Latinoamérica no es aplicable la misma política que propugnaba Lenin sobre la Rusia zarista (y la actual, agregamos nosotros) en el sentido de luchar por la autodeterminación nacional, incluido el derecho a la separación estatal, de tantos pueblos distintos sujetos a la fuerza bajo el mismo estado. En Latinoamérica, dice Ramos, se impone una política contraria, la necesidad de propugnar por la unidad estatal de un mismo pueblo fragmentado en veinte estados". ¡Vaya consecuencia teórica marxista la suya! ¡Borra de un plumazo, desagradables para su óptica pseudointernacionalista proletaria, la lucha revolucionaria de liberación nacional de las naciones y nacionalidades indígenas bolivianas, mejicanas, ecuatorianas, etc., históricamente oprimidas por una minoría nacional blanca de origen europeo dominante y gobernante, y en pugna por constituirse en propios Estados Multinacionales de Nueva Democracia en perspectiva al socialismo!
Indudablemente, de la lectura del artículo del profesor Beluche se colige, sino explícita, implícitamente una verdad ¡el Estado-nación, en América Latina y el resto del mundo, está agotado históricamente! A ese nivel los ha matado, metafóricamente se entiende, la globalización imperialista y el hegemonismo del imperialismo norteamericano. Pero, con todo lo acertado de tal conclusión teórica, de hecho la existencia de los Estados nacionales, creados por los descendientes de la nación europea conquistadora, España, continúan siendo una realidad política vivita y coleante. Ponerse a propugnar, pues, la unidad de esa minoría nacional opresora y dominante en el continente resulta a todas luces algo reaccionario.
La temática de la balkanización de América, del Yukón a la Patagonia y del Pacífico al Mar Caribe, no obstante, ocupa un lugar central en las preocupaciones de los patriotas americanos, y no sólo iberoamericanos. Pero, no sólo alrededor de ese aspecto giran las preocupaciones de los revolucionarios proletarios americanos. Al centro de las luchas nacionales, de la lucha por el derecho a la autodeterminación nacional, se encuentra aquella de romper el Estado-nación de los descendientes de los invasores de 1492 y no de "un mismo pueblo", que es la realidad de América histórica y políticamente. Aperturar, mediante la movilización revolucionaria hasta el recurrir a la guerra popular de liberación nacional, a la conquista de la libertad política completa por los pueblos, naciones y nacionalidades habitantes de dichos Estados nacionales diseminados por toda las Américas; hacerlas posesionarias efectivas del poder político de los nuevos Estados en nacimiento. Estados que en modo alguno serán una reedición de los históricamente agotados Estados nación de esa fragmentada minoría nacional continentalmente en crisis.
Si los Estado naciones de América están en crisis es porque las burguesías neocoloniales de nuestros países, una vez degeneradas en clases clientelares de la Oligarquía financiera norteamericana, han perdido la hegemonía política y nacional sobre el conjunto del conglomerado clasista, nacionalidades y populares de los mismos.
Ellas, las clases dominantes, incapaces de salvaguardar la propia soberanía nacional ante la voracidad dominacionista de la burguesía nacional estadounidense y la creciente lucha de las masas sojuzgadas, han hecho cedimiento a la podrida teoría de la obsolescencia política de los Estados Nacionales, de inspiración neoliberal. Para la cual, sólo el Estado nacional estadounidense, que alcanzó a completar su unidad "nacional" con el recurso amebiano de ir deglutiendo todo a su paso - etnias, tribus, nacionalidades, naciones, territorios, enclaves coloniales, etc.-, por la fuerza bruta, asesinatos en masas y guerras injustas resulta de plena validez si no histórica políticamente. En consecuencia, la secular fragmentación de América que ha tenido su origen en las guerras de independencia del siglo XIX se ha perpetuado, a impulso y beneficio exclusivo de esa superpotencia nacional, en la balkanización de hoy.
Como respuesta, a éste hecho histórico hoy en crisis, el profesor Beluche prisionero de un anti-norteamericanismo primario y devenido en portavoz no-oficial del ala izquierda del nacionalismo exacerbado de esa minoría nacional invasora dominante en nuestros patios, se a puesto a proclamar "la urgencia de la unidad iberoamericana". Consigna política huérfana de todo contenido clasista, anticapitalista y anti-semifeudal. Con ella minimiza, segrega y rechaza a todo un conjunto de naciones y Estados naciones indudablemente americanos, latinos pero no de origen hispánico. Con ello se desliza, por culpa de su errónea visión de la nación, al racismo. Puesto que separa a América en países por el lenguaje: a hispanoparlantes, la niña de sus ojos, de anglo y francoparlantes. Tal es el intríngulis de su “famosa tesis de “naciones culturales”.
Por lo que, la solución propuesta por Beluche se traduce en la creación de una nueva contradicción nacional en los ámbitos de América: De un lado la nación latinoamericana unida frente a las naciones no hispanoparlantes (Brasil, Jamaica, Guyanas, Haití, etc.). Además de aquella otra contradicción, la existente entre esos dos grupos de naciones frente a la estadounidense, contra todo criterio del chauvinismo burgués radical hispano parlante, también americana. Con la agravante, además, de persistir manteniendo en el fondo de la escena a las naciones aborígenes, de siempre apartadas de la historia oficial.
Su fórmula resolutiva, la decantada "Federación Socialista Iberoamericana", lleva además una incógnita, la que está condenada a desfondar toda la barrica, ¿Se puede alcanzar a edificar y, a la vez construir la base económica socialista, frente y contra el capitalismo imperialista norteamericano y sin que éste sea destruido en su propia casa? Allí le dejo la interrogante, a nuestro sabihondo sociólogo.
Nuestra fórmula de solución, por el contrario, como lo señala nuestro programa político, resulta ser: Los Estados Unidos Socialistas de toda América, como Estado Unico Multinacional Socialista. Es decir, la vinculación de las revoluciones de nueva democracia con perspectiva al socialismo en el Continente al sur del Río Grande y la revolución socialista proletaria en Estados Unidos de Norteamérica.
Ya, hoy, es evidente que la Segunda Gran Ola de la Revolución Mundial ha comenzado. En América Latina, ya se están dando sus primeras manifestaciones; la movilización política revolucionaria de las masas obreras, campesinas, indígenas y populares se extienden por encima de las fronteras políticas nacionales. Ellas con su accionar revolucionario inédito están plasmando con su acción, consciente o espontáneamente, una nueva página del libro de la historia revolucionaria de América, la del entrelazamiento de las revoluciones de nueva democracia en marcha al socialismo y de la revolución proletaria socialista en América del Norte. La de la efectiva superación del Estado Nacional burgués, en general, por el Estado Socialista Proletario y Popular de toda América.
El punto nodal de ruptura de la fragmentación de América, y su eventual superación, interpretación nuestra de la teoría del eslabón débil del capitalismo, pasa NECESARIAMENTE por la ruptura revolucionaria del eslabón más fuerte: el imperialismo norteamericano. América Latina, base de apoyo estratégico de la dominación nacional y global de dicha superpotencia mundial, con sus rebeliones nacionales, democráticas e independentistas de las nacionalidades oprimidas socavan e irá socavando no sólo el poder antimultinacionalidades americanas de los opresores yanquis, sino que de las clases semifeudales dominantes en nuestros patios. Esto es, el imperialismo norteamericano tradicionalmente ha exportado la contrarrevolución, la anti-democracia y el sojuzgamiento colonial a América Latina. Hoy, la afirmación del capitalismo nacional latinoamericano y la creciente población latinoamericana en América del Norte crea, hecho nuevo en la historia, por su peso numérico, la posibilidad de llevar la lucha de clases y la revolución allí.
Romper, pues, la secular balkanización, de la cual es parte también el imperio norteamericano, tanto como las clases dominantes latinoamericanas a su servicio, de toda la América, llevando la lucha de clases a Norteamérica es lo que impulsará, a la vez que brindándole un aliado estratégico de máxima importancia, a la revolución socialista del proletariado norteamericano.
Hacia un Estado Multinacional de Nueva Democracia de Panamá.
El que los marxistas leninistas, hoy maoístas, de Panamá propugnemos y propagandicemos respecto al carácter multinacionalitario de la población istmeña y sobre la necesidad de que se escriba sobre las banderas de lucha la demanda del derecho de autodeterminación para ellas, lo que le da contenido a la revolución agraria nacional-democrática, ha traído como consecuencia que algunos se hayan puesto a dar gritos histéricos: "¡Es dividir a la nación panameña!", "¡Revolucionarismo utópico!", "¡Reacción emotiva por los triunfos electorales de los partidos, frentes y movimientos de izquierda en el Cono Sur!". La cosa ha llegado a tal grado que un connotado líder de la <izquierda revolucionaria> ante la pregunta, "¿Sí los Tules -una importante minoría nacional indígena lindante con Colombia y dónde mora el amplio agrupamiento de esa nación- se levantasen por su derecho de autodeterminación y aprobasen unirse con sus hermanos residentes en dicho país, Ud. como revolucionario marxista que actitud tomaría? Respondió, sin pensarlo dos veces, entonces también me pondría el uniforme e iría a combatirlos". ¿No es esta una muestra de podrido chauvinismo iberopanameño?
De hecho e históricamente la sociedad aquí ha estado y está dividida, eso hará unos 500 años, en una nación dominante (los invasores españoles y sus descendientes) y naciones y nacionalidades indígenas y no indígenas con sus derechos mermados, truncados, nacionalmente oprimidas. En consecuencia, hay aquí dos historias nacionales, la de ellos los conquistadores y opresores, y la nuestra, la de las nacionalidades indígenas y afroistmeños. Es una realidad objetiva, ni invención subjetiva ni embeleco copista. Si aquí en Panamá se quiere hacer la revolución contra el opresor externo (el imperialismo, en particular y concreto aquel yanqui) y contra el opresor interno (la Oligarquía, capa dirigente de la minoría nacional dominante), entonces resulta claro que deberemos aprovechar toda contradicción social y nacional que desgarre a la sociedad "panameña".
Esto quiere decir que los revolucionarios proletarios aprovechando estas contradicciones debemos llevar la lucha de clases al campo, en el sentido no sólo considerando a los campesinos, llevando a las nacionalidades oprimidas a romper su alianza anti-natura con los descendientes de los invasores y acercarlo lo más posible a la lucha de la clase obrera, su aliado natural más confiable y consecuentemente democrático, socialista.
La cuestión es pues no un proetnicismo indigenista culturalista, sino la búsqueda de una fuerza social que se identifique y apoye a la revolución nacional de nueva democracia. Eso porque las masas de las naciones y nacionalidades indígenas y las masas campesinas forman, potencialmente, el destacamento principal de dicha revolución política y social.
Nosotros no alcanzaremos a despertar en ellas una conciencia revolucionaria de poder y movilizarlas a enfrentar al reaccionario poder oligárquico terrateniente-burgués y derrocarlo, si no aprendemos a brindarle un programa de reformas nacionales democráticas consecuente. Cuyo condensado sería la consigna política de la conquista de la igualdad nacional en un Estado Multinacional de Nueva Democracia Popular, dirigido por la clase obrera y encaminado al socialismo.
El Estado Multinacional de Nueva Democracia será la negación y superación, de las actuales limitaciones políticas y económicas forjadas por el imperialismo, del Estado nacional (burgués). Este Estado Multinacional de Nueva Democracia, sustentado y expresión del frente único de los obreros, campesinos y diversas nacionalidades aborígenes, y beneficiado de la dirección de la clase proletaria, es la típica forma estatal de transición, en América Latina, del Estado capitalista o capitalista semifeudal al Estado socialista. Forma de transición revolucionaria del, pasando a través de su conversión en Estado Socialista, Estado nacional al no-Estado, esto es al comunismo.
Sólo ese Estado podrá garantizar realmente, y no de palabra, a las nacionalidades y naciones aborígenes su estabilización, su no-asimilación y no-desaparición nacional. El que ellas, junto a la clase proletaria, a las clases trabajadoras, puedan culminar su formación nacional y ejerciendo el poder político en el nuevo Estado sean parte activa y consciente de la construcción de la nueva nación, de la nación socialista ahora sí realmente panameña.
El profesor Beluche lo piensa de otra manera. Para él un Estado nación, independiente y democrático, es algo inviable. Aquí es sólo posible, piensa, un Estado nacional en el ámbito del continente latinoamericano. Se empantana en su propia contradicción ideal: ¡Para que exista la decantada Federación Socialista Iberoamericana ésta tendrá que ser conquistada y refrendada por intermedio de Estados nacionales concretos, como primer paso, y que luego se concertan en un pacto federal!
Así, contra la querencia del señor profesor, el Estado nación (burgués) sigue existiendo, dentro de los marcos de la susodicha “federación”, aunque le etiquete de "socialista". Ello es así aunque propugne la superación de las naciones Estados con la salida, halada por los cabellos, de la realización "de la revolución socialista simultanea" en Latinoamérica. No inventes vainas, carajo.
De toda su argumentación teórica se deduce, finalmente, si de veras se mantiene fiel a su toma de posición de principio, la tesis de la imposibilidad de la revolución socialista en Panamá o cualquier otro país latinoamericano, hasta tanto no ocurra la "revolución simultánea" en los países capitalistas imperialistas avanzados, y superavanzados, de Norteamérica y Europa. Con toda razón dice nuestro pueblo que, el loro no tiene la culpa si no él que le enseña a hablar.
2008
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