Sobre la necesidad de un debate para conseguir la unidad de acción de las fracciones del PCP
ante la llegada del ejército yanqui a Perú
El
Perú es un país que está ingresando en uno de los períodos más difíciles de su
historia reciente por sus mayores contradicciones: economía quebrada, crisis
política etc. El régimen capitalista burocrático dependiente del imperialismo,
principalmente yanqui, está haciendo aguas por todos lados por lo que se ve
obligado a intensificar su proceso de
corporativización de las instituciones y a consolidar su dictadura militar
fascista.
Su
economía lejos de pasar por sus mejores momentos y de ir a velocidad de crucero
como gritan los lacayos del imperialismo a los cuatro vientos está en quiebra.
La crisis general que sufre el capitalismo empieza a arraigar con fuerza en el
estado peruano. Esto se pone de manifiesto a través de diversos síntomas:
fuerte caída de las ventas de cobre que genera la acumulación de elevadas
montañas de stocks, la existencia de déficit
comercial y financiero por primera vez en una década y un elevado endeudamiento
empresarial financiado mediante gigantescas emisiones de bonos. Los análisis
superficiales y optimistas de la burguesía no advierten que Perú junto con la
economía mundial puede estar en las vísperas de una fuerte crisis económica que
conlleve una constante deflación (caída de precios) y el colapso del sistema
financiero.
Actualmente
su ya de por si débil soberanía nacional se ve fuertemente amenazada. El
Congreso del Perú ha autorizado el
desembarco de 3.200 soldados americanos con la excusa de la lucha contra “el
terrorismo y el narcotráfico”. El objetivo del imperialismo yanqui es
establecer una estrategia continental de dominación, utilizar el país andino
como plataforma para desestabilizar y atacar
Bolivia y Ecuador y dar apoyo al narcotráfico. En el ámbito interno pretende
consolidar la dictadura militar fascista y eliminar toda oposición al régimen
existente.
Para
ser claros si los gringos llegan armados hasta los dientes no habrá más
elecciones en el Perú. Como mínimo, si las hay, ni izquierda burguesa e izquierda
proletaria podrán participar
en ellas. No buscan debilitar al Partido Comunista del Perú (PCP) sino de
destruirlo, aniquilarlo; de descabezar a las masas trabajadoras peruanas.
Teniendo su objetivo principal en el PCP.
En
cuanto a la situación política nos encontramos con una descomposición del
Estado y una crisis de la izquierda oficial. Las elecciones presidenciales del
2011 fueron una contienda electoral entre la derecha y la propia derecha,
habiendo diferencias de forma pero no de contenido. Los dos candidatos con
posibilidades reales de llegar al gobierno (Humala, Keiko Fujimori) compartían el deseo de continuar
manteniendo unas buenas relaciones con EEUU tanto en lo político como en
inversiones y el de fortalecer las
fuerzas armadas. Ollanta Humala para conseguir su victoria utilizo un discurso
populista y nacionalista, prometiendo defender la soberanía
nacional y rechazar el Tratado de Libre Comercio. Posteriormente ha demostrado
todo lo contrario.
Humala
es un personaje representativo de la república caricaturesca del Perú. Donde
los individuos inescrupulosos, piratas y forajidos abundan y actúan con total
libertad, sin tener ningún pudor en presentarse a la carrera presidencial. Esto
es así porque se firman pactos secretos entre las distintas fracciones
burguesas entrantes y salientes, con el fin de asegurar la estabilidad del
régimen. El último pacto (2011) constituyó una alianza entre humalistas,
apristas, toledistas y fujimoristas para garantizar la protección de
parlamentarios delincuentes y ofrecer una indemnización a los “padres de la
patria”.
Los
Congresistas básicamente son mafiosos al servicio del imperialismo y del
narcotráfico. La impunidad corre a sus anchas y los hechos de corrupción y
crímenes son encubiertos. Es sobradamente conocido el nombre de “narcobancada”
para denominar a un grupo de congresistas con fuertes relaciones con el
narcotráfico y su lavado de dinero. El poder se concentra en el ejecutivo,
siendo la función legislativa y de control del Parlamento inexistente. Ante
estos hechos no es de extrañar que se presente una aguda crisis de
representatividad política y legal que envuelve a todas las organizaciones
partidarias de este país. Ya que estas no son más que organizaciones
delincuenciales sin ninguna línea ni ideológica ni política. Su carácter
reaccionario y parasitario se muestra también al aplicar reformas laborales
contrarias a las masas como la Ley Pulpin, recortes sanitarios o generar un
desempleo elevado que obliga a más de 800.000 peruanos a emigrar.
Dentro
de la izquierda podemos distinguir la burguesa y la proletaria. Por un lado la izquierda legal
burguesa está en grave descomposición hasta el punto que ahora apoya al
fascista Humala, un jefe militar acusado de crímenes de guerra. Y por el otro
la izquierda senderista está fuertemente fragmentada en diferentes fracciones:
Mantaro Rojo, Movimiento Popular del Perú (MPP), Movadef, grupo “camarada
José”, grupo “camarada Artemio”, Sol Rojo etc, las cuales tienen importantes
diferencias entre si en la estrategia y táctica a seguir ya que parten de distintos
análisis de la situación actual peruana. Cada una de ellas se considera la
legítima representante del PCP, a excepción del Movadef que se cualifica como
una organización independiente, y juzga a las otras como traidoras y enemigas
del partido, afirmando que se desvían del camino correcto por mantener
posiciones revisionistas de derecha o líneas de izquierdismo.
Las
discusiones entre las fracciones es tan aguda que se profesan insultos,
reclamos y descalificaciones utilizando expresiones soeces como “rata
revisionista”, “soplones extranjeros”, “traidores”, “capituladores”, “perros
trotskos” etc Quién no comparta su opinión es fácilmente acusado de infiltrado
y agente de los servicios de inteligencia. A grandes rasgos, podemos hablar de
dos grandes visiones de la realidad peruana. Una que da como válida la idea de
que la guerra popular ha terminado, haciéndose necesaria la amnistía general y
el camino de la lucha por la vía legal para generar nuevas condiciones y salvar
a los cuadros del partido de la destrucción y aniquilación. Y otra que afirma
que la guerra popular no ha finalizado y tiene que continuar. Visiones que no
necesariamente tienen que ser incompatibles ya que las realidades del Perú son
múltiples y los frentes a acometer son varios. La cuestión en disputa es si
poner más énfasis en la lucha legal o la armada.
En
este contexto se requiere pasar de una guerra civil revolucionaria a una guerra
popular de liberación nacional. La lucha ya no se circunscribe solamente contra
la gran burguesía y la clase terrateniente sino que tiene que centrar sus
esfuerzos en expulsar al imperialismo del Perú. Esto solo se puede conseguir
con un mínimo de unidad de acción y coordinación entre las diferentes
fracciones maoístas. Por lo que es conveniente que el PCP organice urgentemente
un congreso o conferencia extraordinaria que reúna todas las fuerzas
revolucionarias para debatir la situación político-militar. En él debe dominar
una actitud de fraternidad y discusión argumentada que permita elevar el nivel
de unidad y el aprendizaje de unos de los otros. Si se consigue llegar a un
acuerdo, aunque éste sea de mínimos, se fortalecerá la unidad del Partido y se
ganará la confianza de las masas, creando así la base objetiva de un Frente
Nacional Liberador que implemente nuevas estrategias y tácticas más acordes a
los nuevos tiempos. No se puede trabajar con viejas estrategias cuando la
realidad es cambiante, los viejos recodos deben abandonarse.
Se
tiene que comprender que en las actuales circunstancias los “acuerdos de paz”
ya no son viables y la negociación del PCP con el Gobierno se interrumpirá
definitivamente. El bárbaro ejército yanqui no hará distinciones entre colores,
a sus ojos todas las fuerzas senderistas son iguales, tanto las que
apuestan por la vía legal (Movadef) como las que defienden la lucha armada. No
atenderá a separar las organizaciones según sean dependientes del PCP o no
tengan ninguna relación. No hay que tener dudas sobre de que todo trabajo
encaminado a la división interna del PCP significa un saboteo a la guerra
popular antiimperialista yanqui y una traición a la revolución. De hoy para
mañana va a enfrentar el peligro de la aniquilación violenta del Partido. O se
unen o los aplastan a todos.
El
manejo magistral de la combinación entre la lucha legal y la ilegal es la mejor
línea de actuación. La participación en elecciones no es la forma principal de
lucha sino solo una de ellas. Hay que vincular a las masas, organizarlas,
armarlas y educarlas para la lucha revolucionaria. Esto se podría hacer
movilizando al Movadef para denunciar y desarrollar luchas de masas
antiimperialistas, pero al mismo tiempo evitar debilitar el aparato armado y
prepararlo aún más para que confronten militarmente la inevitable o próxima
confrontación militar.
La
situación no es la misma en Lima que en Ayacucho por lo que las líneas de
actuación no pueden ser las mismas. Las fracciones no tienen por qué renunciar
a sus puntos de vista sin embargo si deben intentar buscar acercamientos de
posturas y un mínimo de unidad de acción. De acuerdo con la ley de la
contradicción siempre habrá al menos dos corrientes dentro del Partido, hecho
que no está reñido con su unidad. Los colectivos que apoyan la resistencia
armada deben mejorar sus relaciones con las masas, ya que las nuevas
generaciones se mantienen mayoritariamente distantes de estas posiciones,
mientras que los que sustentan la vía legal deben aceptar que la guerra popular
en Perú aún continúa y no ha finalizado.
En
Perú no hay alternativas plausibles, salvo de la autocrítica y de la adopción
de una nueva táctica. Ya que la estratégica se ha de mantener: la toma del
poder en todo el país. Rodear a los invasores con un mar de masas patrióticas
antiimperialistas. El gobierno peruano es la traición nacional, la venta de la
Patria. Busca aniquilar el creciente rechazo del pueblo peruano e impedir que
el PCP asuma el liderazgo de la lucha contra un sistema que ya no da más de sí.
La
resistencia armada, por pequeña que sea, es una espada de Damocles para los
intervencionistas. El sentimiento nacional herido del pueblo peruano alimentará
inevitablemente esa resistencia armada. La soberanía nacional ya no puede ser
más pisoteada, ha llegado el momento de constituir un frente antimperialista y
anticapitalista burocrático que la recupere.
¡Para
conseguir la paz, es necesario hacer guerra a la guerra!
¡No
a la invasión yanqui anti-PCP y antinacional!
¡No
a las detenciones y ejecuciones extrajudiciales contra las masas indefensas!
¡La
guerra popular es la única salida para conquistar la independencia nacional y
el socialismo!
Publicado
por la Red de Blogs Comunistas
El Partido Comunista del Perú es uno solo, en este sitio pueden encontra más información, que creo es necesaria www.pcp.hol.es
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